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Alberto Míguez

¿Dónde está Suárez?

Mientras la oposición democrática serbia y su líder intentan consolidarse pactando con los poderes “fácticos” (policía, ejército, altos funcionarios del régimen) se dice que el proceso de transición ha empezado en Belgrado, incluso sin que se sepa muy bien cuáles son los planes del dictador, con qué apoyos cuenta y qué dicen sus leales pretorianos, que también existen.

Lo que está claro es que el tránsito desde la tiranía a la libertad no podrá completarse en Serbia sin que quienes formaban parte de la maquinaria represiva acepten su desaparición orgánica. En Belgrado se necesita un Adolfo Suárez, aunque comparar los procesos de transición español y serbio sea un delito de neta ignorancia.

Pero no está de más preguntar dónde está el Suárez serbio, si es que existe.

El régimen de Milosevic puede dar todavía mucha guerra. El dictador no ha desaparecido (las similitudes con Ceaucescu, que algunos lanzaron, parecen simplemente una simpleza) y quienes lo jaleaban, están vivos y coleando. El tránsito podrá hacerse al margen de algunos de ellos pero no en su contra.

Ha llegado la hora de los pactos y nadie sabe si el taciturno Kostunica es capaz de establecer compromisos viables con sus enemigos de antaño sin que su rebaño se subleve.

Mal avío están haciéndole al “presidente” Kostunica la Unión Europea y Estados Unidos que, disfrazados de Papa Noel, anuncian regalos y amagan sonrisas.

Dejen que los serbios se las arreglen por sí mismos, no los asistan. Son orgullosos y están golpeados. La compasión es peor, a veces, que la crueldad.