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Alberto Míguez

El “cura Estepa”

Conozco al padre Estepa desde hace más de treinta años. En realidad, es al único obispo a quien conozco. No frecuento mucho esas compañías. Coincidimos en un Colegio Mayor por los años sesenta, cuando él era capellán del lugar y yo un pésimo cristiano, tal vez ni siquiera cristiano. Después nos encontramos en Portugal durante la “revoluçao” y en Roma, en alguna canonización, no recuerdo cuál.

Lo vi muchas veces después, sereno, en muchos, demasiados funerales de víctimas del terrorismo, diciendo lo necesario, sin odio pero con ira. Indignado, sí, pero discreto, cargando el fardo de aquel horror, acompañando a las víctimas, compadeciéndolas. Pero sin justificar ni comprender a los verdugos, como hacen algunos monseñores.

Es un hombre de fe y de convicciones que cuando habla, se la juega. Como tiene que ser. Lo que ha dicho y hecho hace unas horas prueba que no tiene pelos en la lengua y que sigue siendo como lo conocí hace tantos años cuando éramos jóvenes. En realidad, él sigue siéndolo. Ojalá su ejemplo cundiera. Ojalá alguien, en alguna parte, escuchara sus palabras y actuase en consecuencia.

Que su voz no clame en el desierto.