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Alberto Míguez

El hombre que sabía demasiado

“Con la décima parte de lo que sé, podría hacer que se tambaleara la República Francesa”, declaró hace algunos meses el hasta este viernes huido Alfred Sirven, quien dentro de una horas quedará a buen recaudo en su país.

Razón le sobra, porque fue durante muchos años el hombre de las coimas y los chantajes, los regalos y las comisiones secretas, reservadas y oscuras. No es de extrañar, pues, que algunos personajes y personajillos de la era Mitterrand estén que no les llega la camisa al cuerpo. O, por decirlo en román paladino y callejero, acojonados.

Si Sirven cuenta algunos sabrosos episodios de Elf en Africa y otras latitudes puede estallar el misterio. Aunque su coto de caza no estaba solamente en el continente negro: recordemos la española Ertoil, filial que fuera de Repsol, y su venta con comisiones suculentas; salpicaduras al más alto nivel ministerial.

La jueza Teresa Palacios debería solicitar a su amiga y colega la también jueza Eva Joly oír cuanto tiene que decir Sirven sobre Ertoil.

Obviamente, a la Fiscalía Anticorrupción debería interesarle también el testimonio de este señor. Hay veinte mil millones de pesetas que fueron alegremente repartidos, dicen, entre comisionistas desagradecidos (Javier de la Rosa, dixit), algunos huidos y otros en alegre libertad. Permanezcan atentos a la pantalla.