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Alberto Míguez

Encerrados con un solo juguete

El más delicioso cinismo es la anunciada publicación de cinco millones de ejemplares del texto profuso, confuso y difuso del Tratado Constitucional (unas trescientas páginas) que se “embucharán” en los diarios. ¡Cuatro días antes del referéndum!

El Gobierno socialista ha encerrado al Partido Popular con un sólo juguete, la Constitución europea, en recuerdo tal vez de una de las primeras obras del novelista Juan Marsé que así se titulaba.
 
Los populares no harán propaganda de un texto en el que no creen, o apenas creen, pero deben hacer “como si” la hicieran. Tampoco entrarán en el gran jolgorio propagandístico improvisado por los aparatos publicitarios del socialismo gobernante. En el mejor de los casos, lo que Mariano Rajoy y sus amigos pueden sugerir a sus seguidores es que vayan a votar —una abstención masiva desautorizaría la prueba y castigaría seriamente a su mentor, Zapatero— y, si les peta, voten “si”. Hasta ahí pueden llegar como máximo porque saben hasta qué punto la militancia popular está en contra tanto del texto de esta Constitución “sui géneris” como con del “si” en el referéndum. Un “no” masivo será, mírese como se mire, un varapalo al Gobierno.
 
Estas cosas suceden cuando no se consulta con la militancia a buena y debida hora y se prefiere presuponer los resultados de una encuesta interna que no se hizo. Helos, pues, aquí a los populares en manos del Gobierno, cuyo mensaje subliminal consiste en decir: esta Constitución es la que no quiere el PP, que hará todo lo posible para que nadie la vote. Es un mensaje tanto más fácil de lanzar cuanto estamos en el etapa del todo vale para deteriorar a la oposición: el 11-M, las relaciones con la Iglesia, la enseñanza de religión o las relaciones con Venezuela.
 
El Gobierno prepara una gran payasada mediática con personajes y personajillos que recitarán fragmentos del infumable texto constitucional europeo en los medios públicos. semipúblicos o parapúblicos, que al final todo es lo mismo. Estos personajes serán “ajenos a la política”, como si alguien que hace algo así pudiera “pasar” de la política y lo que está haciendo no fuese más que eso, política, pura y dura. O impura.
 
Pero el más delicioso cinismo es la anunciada publicación de cinco millones de ejemplares del texto profuso, confuso y difuso del Tratado Constitucional (unas trescientas páginas) que se “embucharán” en los diarios de alcance nacional. ¡Cuatro días antes del referéndum!, es decir, el 16 de febrero. El dispendio supone ni más ni menos que convertir a cinco millones de españoles —de los que compran diarios escritos, que no son ni mucho menos todos los futuros votantes— en verdaderas máquinas de leer a velocidades record y otorgarle al texto un interés máximo para el descanso dominical. Se trata, en suma, de convertir el sacrosanto texto constitucional europeo en un émulo de los folletos de supermercado o promociones inmobiliarias, es decir en unas hojas prescindibles nada más palpadas.
 
Y mientras este zafarrancho se produce, mientras se anima a los españolitos a que participen disciplinadamente en el referéndum y voten lo que les gusta a Zapatero y Moratinos (o Zapatinos y Moratero, son intercambiables), el PP autista, jugando con el juguete que le han regalado como al tonto una tiza. Sin saber qué cara poner en caso de que nadie vaya a votar o si el “no” supera el treinta por ciento. Es decir, sin saber qué hacer ni qué decir. Patético.

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