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Alberto Míguez

Explicación urgente

Acierta el ministro Trillo en urgir su comparecencia parlamentaria para explicar, aclarar o simplemente desmentir que los soldados españoles destacados en Kósovo hayan estado sometidos a radiaciones de uranio empobrecido.

Es probable, como ha dicho y repetido el ministro por activa y por pasiva en las últimas horas, que no existe una relación de causa-efecto entre la leucemia de algunos soldados que allí estuvieron y la radiación a la que estuvieron sometidos en la zona bombardeada. Doctores tiene la ciencia y ellos deben explicarlo sin utilizar argumentos exquisitos o terminología enrevesada.

Lo que la gente quiere son informaciones sólidas y simples: es el único sistema razonable de tranquilizar a la ciudadanía y, de paso, a los soldados que estuvieron por aquellos pagos. El alarmismo de que han hecho gala algunos medios --radio y televisión pública incluidos-- constituye un ejemplo de periodismo sectario y de información sesgada.

Convendría, sin embargo, que, previa a la explicación en sede parlamentaria, Trillo aclarara las supuestas contradicciones verificadas entre la información suministrada por su Ministerio sobre la ubicación de los cuarteles españoles y la ofrecida por la propia OTAN.

Algo ha funcionado mal o simplemente no ha funcionado en las comunicaciones supuestamente rápidas y permanentes entre el cuartel general de la Alianza en Bruselas y el Ministerio de Defensa en Madrid, como demuestra Libertad Digital en la información que precede a este comentario.

Dentro de unas horas se reunirán en el Secretariado Internacional de la OTAN los ministros de Defensa de los países miembros y será entonces el momento para que Trillo y sus colegas escuchen del secretario general y de sus asesores cuanto necesitan para explicarse después ante los parlamentos respectivos. Esta información es también necesaria y urgente.

Tiempo habrá en el futuro para analizar los bastidores de este escándalo y para juzgar las intenciones, claras u oscuras, de quienes provocaron lo que algunos consideran apenas una tempestad mediática y otros un argumento fácil para desacreditar a la OTAN y a los países que intervinieron en la guerra de Kosovo.

Baste por el momento decir que al socaire de un drama humano, el llamado “síndrome de los Balcanes” está siendo utilizado por quienes, tras la guerra del Golfo, pusieron en marcha otra operación semejante, tan extensa como inaclarada. Y que fueron los mismos que urgían la intervención de la Alianza en Kosovo para acabar con el genocidio étnico emprendido por el dictador Milosevic.

Una razón de más, sin duda, para que el ministro explique lo que sabe evitando si es posible contradicciones y errores de bulto.

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