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Alberto Míguez

Gestiones de alto nivel

Con el tono habitual y las perífrasis obligadas “el Gobierno (español) informa de que España viene contribuyendo a través de gestiones de alto nivel a los esfuerzos de paz en Oriente Medio... el Gobierno español invita a las partes en conflicto a que, con actitud constructiva"... etcétera. Así rezaba uno de los últimos comunicados del Gobierno. A esto, el equipo periodístico habitual llama “mediación”: España media en el conflicto de Oriente Medio, el Gobierno español pide a Arafat que firme el acuerdo con Israel... etcétera.

La lectura atenta del panegírico que los medios adictos regalan al poder (¡cuántas semejanzas con la era inolvidable del general!), cada lunes y cada jueves, conduce a la conclusión de que España y su gobierno son... la caraba: median en Oriente Medio, aconsejan a los bosnios y kosovares, pacifican Colombia, quieren juzgar a Pinochet y al general Ríos Montt, indican a los coreanos cómo deben reunificarse, hasta en Kazajstán le sugieren al amigo Nursultán cómo tratar a la minoría rusa. Somos... indescriptibles e inconmensurables, como el famoso sexo del argentino.

Esta lluvia de cucamonas cortesanas se deriva, obviamente, de la consigna principal lanzada hace unas horas por el gran timonel: España debe convertirse en términos políticos y económicos en uno de los países centrales e importantes de Europa y el mundo, dijo.

La primera posibilidad choca con algunos inconvenientes, dado que se precisaría un cataclismo geológico --no descartable dada la importancia de la hazaña y de sus promotores-- para que la Península ibérica se situara en Centroeuropa. En cuanto al liderazgo mundial, en eso estamos.

No informó el Gobierno por qué las gestiones de alto nivel desarrolladas por el ministro Piqué y sus secretarios (ferias y exposiciones, lino y vacas locas, acuerdos con Nigeria y Burkina Fasso) dieron resultados tan modestos y finalmente no hubo acuerdo en Sharm El Sheik entre Arafat y Barak pese a los sagaces consejos dispensados.

Tampoco en los inapreciables comunicados del Gobierno se informó cabalmente de las conversaciones que sobre Oriente Medio mantuvieron días pasados por teléfono Piqué y Madeleine Albright en sus últimas horas en Washington. Asegura el equipo periodístico habitual que la secretaria de Estado pidió a Piqué que convenciera a los hermanos enemigos mesorientales sobre la necesidad de acordar un arreglo que satisfaga las necesidades de ambos.

La información, sinceramente, resulta un tanto obvia: sería en efecto desconcertante y hasta sensacional que la secretaria de Estado americano hubiera sugerido a Piqué, la sonrisa del régimen, lo contrario, esto es, que Arafat y Barak rompieran cualquier relación o perdieran los papeles, armaran a sus milicias y potenciaran la trágica guerra civil que se vive en aquellas tierras.

Sería conveniente que el presidente del Gobierno español, olvidando las ovaciones de sus incondicionales mediáticos, explicara con relativa claridad las razones de su “convicción muy profunda”, esto es, por qué la primera década de este siglo va a ser crucial para España y en qué consistirá ese gran salto que el país se apresta a dar en el mundo mundial, como indicó a Victoria Prego en el diario “El Mundo” días pasados.

“España sin complejos” podría ser el slogan principal de esta entrevista, la última del milenio. Convendría recordar ahora que fue el recientemente dimitido Fernando Morán quién enunció la conveniencia de que los españoles, gobernantes y gobernados, se sacudieran el complejo de inferioridad que durante muchos años --consecuencia tal vez de la dictadura pero también del secular aislamiento y tal-- arrastraron en el terreno exterior. El ingreso de España en el mundo, su presencia en los foros internacionales multilaterales --a la que por cierto Morán no fue ajeno- puede haber remediado el complejo.

Pero ahora pasamos del nihilismo a la exaltación y henos aquí convertidos en el nuevo milagro del mundo, al que los jefes de Estado felicitan tras la Cumbre europea de Niza y a quien todos, americanos, balcánicos, europeos, creyentes y gentiles, piden consejo y orientación. Que no falte de nada en el nuevo milenio: españoles, todavía un esfuerzo más.

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