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Alberto Míguez

Habla, mudito

La larga entrevista que la redacción del diario El Mundo mantuvo ayer con el ministro de Asuntos Exteriores sobre temas especialmente polémicos (Marruecos, Eva Sannun, Ercros,etc) constituye un golazo periodístico tanto del periódico como del entrevistado.

Por primera vez desde hace meses, Josep Piqué ha dicho algo de algún interés, se ha referido a cosas concretas y no utilizó lo que los franceses llaman langue de bois (lenguaje estereotipado), algo a lo que nos tenía acostumbrados. Todo un descubrimiento: a fuerza de oírle decir vaguedades u obviedades, muchos habíamos creído que el señor ministro era un ilustre bobo, un pánfilo ilustrado o un burócrata obediente. Nada de eso: en la charla con El Mundo, Piqué aparece como sus amigos dicen que es: un tipo espabilado, que sabe por dónde anda, lo que quiere y cuándo lo quiere.

Pocos políticos habían tenido hasta ahora el coraje de referirse a la novia, amiga o compañera sentimental del príncipe Felipe y mucho menos con palabras tan claras y con tanta recámara. Quien deba ocuparse de estos temas habrá de tener en cuenta las consideraciones de Piqué, porque obviamente no se trata de una opinión improvisada.

El ministro consultó muy probablemente el asunto con quien debía. El resultado de la consulta es demoledor, casi tanto como los “arañazos” que el otro día propinó Sabino Fernández Campos en Santander refiriéndose al idilio y su futuro.

Tampoco tuvo pelos en la lengua esta vez Piqué sobre el eterno contencioso con Marruecos y el problema de las mafias. Se echaba en falta que alguien con autoridad y sentido común respondiera a la provocación del Sultán y su representante en Madrid. La réplica llega tarde, pero llega.

Sobre Ercros, Ertoil y otros asuntos judiciales, Piqué puso de manifiesto una vez más su gran capacidad de encajador. No dijo nada nuevo, pero fue fiel al guión elaborado hace meses, cuando ardía Troya en el juzgado de Teresa Palacios. Si tiene suerte y Cardenal le sigue echando una mano, atravesará sin daño la presidencia española de la UE, e incluso es posible que intente la aventura en el escenario catalán. A eso lo tenía destinado Aznar antes de tanta algarabía judicial y tanto movimiento al sur de Gibraltar.

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