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Alberto Míguez

Hablar por no callar

Meritorio sin duda resulta el esfuerzo del “rais”egipcio Hosni Mubarak y del general Suleimán, jefe de los servicios secretos, para convencer a los grupos terroristas palestinos de que acepten un armisticio o tregua consistente en no atacar “objetivos civiles” israelíes como si el poner bombas en cuarteles o instalaciones públicas, universidades, mercados,etc no constituyese un delito igualmente injustificado y punible, un crimen en suma.

Creen los egipcios que con la luz verde de Arafat el proyecto tiene algunas posibilidades porque el líder de la autoridad nacional palestina cuenta todavía con la fuerza política y el prestigio para convencer a la nebulosa terrorista palestina que cumpla sus compromisos . Es una bendita ilusión porque ni Arafat puede imponerles a los terroristas una paz que no desean (la experiencia de los últimos años y meses lo indica claramente) ni probablemente tiene el más mínimo interés en hacerlo aunque sabe muy bien que la actual situación sólo sirve para degradar su autoridad (la poca que le queda) y desacreditar su poder.

Todos los acuerdos secretos o abiertos firmados por la Yihad Islámica, Hamas, los “Martires de Al Qods” y demás grupos terroristas fueron sistemática y periódicamente violados por unos u otros. Eso lo deberían saber los egipcios y lo sabe perfectamente Arafat. La clave de la paz está en un compromiso serio –hasta ahora no lo hubo– de cesar todas las hostilidades, deponer las armas y expulsar del territorio palestino a los dirigentes de esas gavillas criminales. Todo lo demás es hablar por no estar callados y gastar pólvora en salvas.

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