Menú
Alberto Míguez

¿Hacia un nuevo equilibrio estratégico?

Rectificar es de sabios y Vladimir Putin acaba de rectificar espectacularmente al aceptar que sus representantes mantengan con los enviados del presidente norteamericano conversaciones sobre el escudo antimisiles que hace apenas unas semanas consideraba que era una provocación y un promotor instantáneo de proliferación atómica. Por rectificar, Putin está incluso dispuesto a cambiar, reformar, remodelar, o lo que sea, el Tratado ABM que los norteamericanos se aprestaban a violar conscientemente con sus ensayos preliminares del “escudo”. Un Tratado, por cierto, más caduco que los tangos de Gardel.

El escudo en cuestión le ha servido ya al dirigente ruso para firmar un convenio de amistad y cooperación con los chinos, algo impensable hasta ahora, de modo que la rentabilidad del invento norteamericano para los rusos está fuera de cualquier discusión. Putin pretende ahora sacarle todavía más rentas al asunto. Por eso sería muy instructivo saber cuánto les costará a los norteamericanos en créditos, ayudas no reembolsables, tecnología, compras e importaciones, la comprensiva posición del Kremlin.

Los primeros comentarios sobre el acuerdo hablan ya de un “nuevo equilibrio estratégico”. No exageremos. Las conversaciones serán largas y los rusos las alargarán todavía más para ordeñar la vaca del tío Sam. Estamos donde estábamos: ni Putin es ahora más comprensivo ni el escudo antimisiles constituye un proyecto viable. Hasta ahora ha habido ensayos sobre el Pacífico, pero hasta ponerlo a punto pasarán años, tal vez decenios. La receptividad de Putin —él sabrá por qué— mejora el clima internacional al vincular el levantamiento de las objeciones sobre el “escudo” a un proceso de reducción paulatina de armas nucleares.

En Opinión