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Alberto Míguez

No hubo “estado de gracia” para Sharon

Hasta al difunto Kabila, que llegó al poder entre sangre, dolor y humo (y no por los votos del 62%), sus enemigos le dieron un plazo de gracia, un margen de confianza para que reflexionara antes de formar gobierno.

A Sharon, los palestinos han preferido azuzarlo desde el principio y la bomba que ha explotado en Jerusalén es la prueba de que Arafat y sus amigos no van a perder tiempo con plazos y concesiones estériles. Leña al mono y cuanto antes, mejor. El síntoma es pésimo, pero tampoco podía ser diferente dadas las tonterías, bravatas y descalificaciones con que unánimemente el mundo árabe saludó al nuevo “rey de Israel”.

Este “terrorista sanguinario y criminal de guerra”, como la calificó el diario sirio “Al Baas” hace unas horas, sabe de sobra con quién se juega los cuartos, y sabe también que cualquier signo de debilidad desde el principio podría ser malinterpretado por sus adversarios.

Desde el primer momento responderá con idéntico rigor y celo a las iniciativas de los terroristas palestinos. Con una diferencia: sabe que cuenta con el apoyo mayoritario del país y que su imagen pública e internacional no puede empeorar porque... peor, imposible.