El juego diplomático consiste en diluir con notas verbales y de las otras los problemas bilaterales de cierta envergadura. Al gobierno español le sentó a cuerno quemado lo que dijo el ministro de Defensa australiano sobre la retirada de nuestras tropas de Irak. Sacaron entonces a la concejala de Madrid, Trinidad Jiménez, para que respondiera. Dijo la “Trini” que la retirada era fruto de un promesa electoral. A los australianos les importa un pito la inspiración o la arqueología de la medida. No les gusta y lo dicen.
El ministro de Defensa australiano declaró hace unas horas que no pensaba disculparse porque sigue pensando que el gobierno de Madrid cedió ante el chantaje terrorista. Más claro, agua.