Menú
Alberto Míguez

¿Qué hacer con los africanos?

Más de 20.000 “subsaharianos” (léase negro-africanos) se encuentran ilegalmente en España, según evaluaciones de organizaciones humanitarias y sindicales. Viven en condiciones muy precarias, alimentan la gran bolsa de los sin trabajo y que tienen pocas posibilidades de conseguirlo. En casos extremos cometen pequeños delitos para sobrevivir y algunos empresarios sin escrúpulos se aprovechan de ellos y los explotan pese a que se arriesgan a fuertes multas e incluso apenas de cárcel.

Estos “africanos” constituyen para el Gobierno un serio quebradero de cabeza. Están indocumentados, entraron en su mayor parte de forma ilegal y la posibilidad de repatriarlos a sus países de origen son mínimas por no decir nulas. Casi ninguno de ellos reconoce su nacionalidad cuando la guardia civil o la policía los detiene, las fuerzas de seguridad carecen de recursos para descubrirlo e incluso si consiguieran saber finalmente de donde vienen el Gobierno no podría re-enviarlos.

Hace algunas semanas el Secretario de Estado de Asuntos Exteriores, Miquel Nadal, “filtró” a un diario de Barcelona los grandes planes de Gobierno para negociar un Acuerdo de Readmisión o repatriación con el país del que supuestamente procede la mayoría de estos africanos: Nigeria. Ahora nos enteramos de que tal negociación o no existe o simplemente no se inició todavía. Un portavoz de la embajada de Nigeria en Londres desmintió tajantemente días pasados que su país negociara con el Estado español un compromiso que permitiese el regreso o la “readmisión” de los ciudadanos nigerianos que se hallan ilegalmente en España. Ni negociamos ni podemos negociar, dijo el portavoz, porque este tipo de acuerdos está fuera de nuestras posibilidades y sólo tenemos un modesto acuerdo de repatriación con el Reino Unido para el re-envío de aquellos nigerianos que hayan cometido delitos en Gran Bretaña.

Asombrosamente, portavoces del ministerio de Asuntos Exteriores reconocieron que, en efecto, tales negociaciones constituyen apenas un proyecto de difícil implementación dadas las características del gobierno y del régimen nigeriano, uno de los más corruptos de África, que ya es decir.

Nigeria sólo aceptaría en casos excepcionales la repatriación de aquellos de sus ciudadanos que fuesen reconocidos como tales, reivindicasen su nacionalidad y se hallasen ilegalmente en España. Todas estas condiciones hacen imposible la repatriación de estas personas.

Lo mismo sucede con los emigrantes procedentes de países tales como Gambia, Senegal, Mauritania, Sierra Leona, Angola, Congo Brazzaville, Liberia y Ruanda. Con ninguno de estos Estados tiene el Gobierno español acuerdos de repatriación y parece imposible que los firme en el futuro, dado que alguno –es el caso de Sierra Leona y Liberia- ha dejado de existir a causa de las guerras civiles y tribales que los han destruido.

El único país que mantiene con España un Acuerdo de Readmisión es Marruecos; cientos de emigrantes marroquíes ilegales, detenidos tras desembarcar de las “pateras” que los condujeron desde la otra orilla del estrecho a las costas de Tarifa son enviados por barco desde Algeciras a Tánger todos los meses. Con los africanos que llegan por idéntico método, nada de esto puede hacerse. Eso explicaría que muchos marroquíes cuando son detenidos por la policía lloren a lágrima viva y los africanos canten alborozados cuando esto sucede porque saben que, una vez en España, no regresarán a sus países de origen, máxime si son mujeres y están embarazadas. Recientemente un terrible reportaje emitido por Telecinco daba cuenta de esta paradoja.

Miles de africanos esperan desde hace meses en las zonas costeras marroquíes su oportunidad para pasar al otro lado. El gobierno marroquí, pese a sus reiteradas promesas, no ha hecho nada o casi nada para evitar que las mafias de las “pateras” y la droga sigan promoviendo este tráfico inmundo. Esta es una de las asignaturas pendientes en las relaciones hispano-marroquíes, pero en Madrid y en Rabat prefieren hablar de asuntos más amables.

En principio, la diplomacia española debería volcarse en la consecución de Acuerdos de repatriación con los Estados africanos de los que provienen estos emigrantes. Conviene, sin embargo, ser realistas: no se conseguirá en un mes ni en un año, y sólo se logrará si finalmente toma cartas en el asunto la Unión Europea, que puede presionar seguramente con más fuerza a los dirigentes de dichos países. Mejor haría Miquel Nadal en trabajar con denuedo en esta misión casi imposible en vez de vender la piel de oso antes de cazarlo.

En Internacional

    0
    comentarios