A la hora de la verdad resulta siempre complicadísimo saber quién miente en Medio Oriente si Arafat, los ministros israelíes, Mubarak, Assad (junior), los palestinos radicales, los colonos israelíes, el mufti de Jerusalén o el rabino del Bronx. Lo que sí se sabe con relativa certeza es que algo se está moviendo en las entrañas del conflicto y que las dos partes hablan, negocian, chalanean. La violencia sigue, por supuesto. Pero al menos los adversarios, charlan. Arafat tal vez no se entera o no quiere enterarse. Y cuando le preguntan, mira hacia otro lado. ¿Es esto la paz? En modo alguno.
Por ahora es la no-guerra. Pero en cualquier momento puede volver la violencia y nadie tiene la barita mágica para impedir que los “kamikazes” integristas salten por los aires con su carga de dinamita. O para evitar que los “tanzin” disparen sus morteros contra Tsahal, el ejército de Sharon.
Mientras tanto, siguen las visitas: Solana está por la zona para comprobar in situ la gravedad de la situación. ¿Qué puede decir, Mr. Pesc? Pues, también lo de siempre, instar a las partes para que negocien un alto el fuego, asegurarles que la Unión Europea está preocupada por la situación y presta para intermediar donde y cuando se le pida. Pero ¿alguien cree de verdad que Europa puede jugar un papel amortiguador, por tenue que sea, en este conflicto? No lo hizo en el pasado, no hay razones para que lo haga ahora.
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