Menú
Alberto Míguez

Todo el poder para Chirac

La Unión para la Mayoría Presidencial (UMP), es decir, el partido inventado hace unas semanas por el presidente de la República francesa, Jacques Chirac, ganó el domingo las elecciones legislativas en su primera ronda y dobló en número de diputados a la unión de la izquierda formada por socialistas, comunistas y ecologistas.

No hubo sorpresas. Las encuestas lo indicaban con antelación. Hubo, en cambio, dos novedades (relativas) también anunciadas días pasados: la abstención fue muy elevada (36 por ciento), la más alta desde hace muchos años en este tipo de elecciones, y la extrema derecha de Le Pen bajó dos o tres puntos. Todo indica que el Frente Nacional (entre cinco y seis millones de votos) no tendrá representación alguna en la Asamblea Nacional, lo que constituye sin duda una anomalía democrática en un país que puede enorgullecerse de poseer el sistema electoral más complicado de Europa.

Los resultados de la primera vuelta pueden variar o, si se prefiere, ser matizados por la segunda que se celebrará dentro de una semana, pero las principales tendencias del electorado han quedado reflejadas el domingo. Puede haber cambios pero serán poco importantes. Dado que la V República francesa es un régimen presidencialista, en el que el jefe del Estado detenta un porcentaje muy alto del poder ejecutivo, el triunfo del partido presidencial otorga a Jacques Chirac todo el poder político: nombrará el Gobierno que quiera, emitirá las leyes que le convengan y traerá por la calle de la amargura a la derrotada oposición de izquierda y extrema derecha, dado que la extrema izquierda prácticamente ha desaparecido tras los comicios.

Pese al carácter unitario del partido presidencial, organización ancilar creada por Chirac para ser reelegido y ganar también las legislativas, la UMP podría convertirse en una jaula de grillos o en un polvorín por su muy diversa composición ideológica (gaullistas, conservadores, democristianos), las ambiciones de los diferentes "barones" y la inexistencia de una estructura organizativa firme. Chirac será el general en jefe, pero sus coroneles y capitanes pueden rebelarse.

El domingo los franceses enviaron un mensaje muy claro a toda la clase política sintetizado en cinco "Noes":
– "No" a la cohabitación entre derecha e izquierda o, si se prefiere, entre un presidente de derechas y una mayoría parlamentaria de izquierdas como hasta ahora. Chirac podrá dar libre cauce a su talante autoritario y ordenancista.
– "No" a la extrema derecha. Le Pen y su Frente Nacional, sin diputados en la Asamblea se convierten en una fuerza "extraparlamentaria" con varios millones de partidarios. ¿Será mejor tenerlos en la calle que en el Parlamento?
– "No" a los comunistas que, aunque diluidos en la unión de la izquierda, han vuelto a tener unos resultados modestísimos. Por razones económicas, se enfrentarán a enormes dificultades para sobrevivir como partido.
– "No" a la extrema izquierda, que tampoco logra colocar un solo representante en la Asamblea: su ascenso en la primera vuelta de las presidenciales hace algo más de un mes fue apenas una aurora boreal.
– "No" a la unión de la izquierda, invento más o menos feliz del partido socialista, que sale trasquilado de esta prueba, sin líder ni programa. Le toca ahora iniciar el camino de la contrición y la reconstrucción.

En Opinión