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Alberto Míguez

Todos somos londinenses

Los muertos de Londres son, también, nuestros muertos.

Nada más bajar del avión que la trajo de Singapur, Esperanza Aguirre dijo esta mañana: “hoy todos somos londinenses”. La misma frase que a lo largo y ancho de Europea y América miles de personas repitieron el 11-M con respecto a Madrid y a los madrileños. La misma frase que encabezó las impresionantes manifestaciones de apoyo que recorrieron las calles de algunas capitales europeas días después.
 
Contra el terrorismo se lucha con cooperación internacional, voluntad política y medios policiales y de inteligencia crecientes. Pero tal vez de estos tres factores el más importante sea el de la solidaridad y cooperación internacional. Los españoles lo sabemos bien tanto en lo que respecta al terrorismo vasco como al terrorismo islámico. No todos los países, sin embargo, lo han entendido así y la propia Gran Bretaña rehusó en el pasado la extradición de varios dirigentes de la rama europea de Al Qaeda refugiados en su territorio y que países como Holanda y Francia solicitaban. Londres ha sido durante bastantes años refugio de extremistas islámicos, predicadores, agitadores e imanes próximos a la nebulosa de organizaciones terroristas inspiradas y dirigidas por Ben Laden.
 
La presidencia europea del Reino Unido que se inicia dentro de unos días, debería servir para profundizar la siempre incompleta política de Justicia e Interior dirigida precisamente a fortalecer la cooperación antiterrorista entre los veinticinco países de la UE. Este capítulo necesita ser explorado y potenciado por todos los dirigentes europeos y ahora le toca a Blair asumir esa tarea. En España encontrará el “premier” británico colaboración y apoyo, sea cual sea el gobierno.
 
Tiempo habrá para conocer quien o quienes planearon la matanza de Londres, qué personas o grupos están detrás de este horror tan parecido al que vivió Madrid hace dieciséis meses. En la urgencia y la emoción de estas horas sólo la solidaridad con el Reino Unido, su pueblo y sus dirigentes, son de recibo. Los muertos de Londres son, también, nuestros muertos.

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