Menú
Alberto Míguez

Tú me das una cosa a mí...

Si las cosas son como las cuentan los funcionarios del Portavoz del gobierno, por primera vez y sin ambages, Aznar le cantó las verdades del barquero al resbaladizo Teodoro Obiang, dictador de Guinea Ecuatorial, durante el almuerzo que celebraron en La Moncloa el domingo.

Cuentan estos funcionarios que una vez más intentó Obiang engatusar a sus interlocutores españoles contándoles por enésima vez su inconmensurable proyecto de democratización y desarrollo, una historieta que viene repitiendo desde hace diez o doce años.

Cuentan también que Aznar le paró los pies y condicionó cualquier ayuda o cooperación española a una auténtica y probada voluntad de acabar con los permanentes ataques a los derechos humanos y libertades. Mientras haya presos políticos, torturas, persecuciones a los disidentes, abusos, inseguridad jurídica y demás, la dictadura guineana no debe contar con la comprensión española y mucho menos con su ayuda económica y su cooperación.

No se habló, dicen, de petróleo ni de las pretensiones de Repsol por volver a aquellas tierras. En cambio sí de inversiones españolas y de lo difícil que lo tienen nuestras empresas para instalarse mientras reine el caos, la arbitrariedad y la corrupción en aquel país.

Por ahora, los empresarios e inversores españoles se abstendrán. Sólo quedarán en aquel corazón de las tinieblas misioneros, curas y monjas, dedicados a la penosa y arriesgada tarea de educar y curar a uno de los pueblos más pobres del mundo que pena y muere en uno de los territorios más ricos del planeta.