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Alberto Míguez

Una extraña forma de estar en la OTAN

En unos meses, ZP ha logrado batir todos los record de imprudencia, frivolidad, ignorancia, engaño e irresponsabilidad en política exterior. Ana Palacio, pobrecita, al lado de Moratinos era Tayllerand.

El ministro de Defensa ha dicho en Chile que “ningún militar español en ninguna circunstancia está autorizado a ir a Irak”. Intentaba así explicar —mal— la disciplinada posición española en la reunión del Consejo del Atlántico Norte sobre el futuro “Centro de entrenamiento, educación y adoctrinamiento” que la Alianza pondrá en marcha dentro de unas semanas en territorio iraquí y que estará dirigida por el general norteamericano David Petraeus.
 
España hizo en esta reunión lo que viene haciendo: obedecer a lo que dicta el presidente Chirac, convertido en el “látigo de Bush”, versión Tin-Tin. El Gobierno español aplica el lema del general Pinochet (orden, disciplina y jerarquía) en su política exterior sometida a la férula francesa desde el Sahara a Irak.
 
El diario El País, emocionado con la posibilidad de que el Centro de entrenamiento de la OTAN se fuera a pique, titulaba que España, Francia y Alemania “frenan el plan de la OTAN para entrenar al ejército iraquí”. Pues no, no han frenado nada. El Centro se formará, y los 26 países miembros de la organización, salvo el “trío de Madrid” no participarán, aunque ya veremos, porque pagar, pagaremos, nos guste o no.
 
Ninguna de las amenazas de ZP sobre el particular se cumplirán: habrá Centro y lo dirigirá un general americano. España apostó junto con Francia y Schröder por lo contrario.
 
Asombra que a estas alturas y tras haber apoyado la resolución 1546 de la ONU, donde se pedía ayuda al gobierno interino iraquí en la estabilización y la pacificación del país, el Ejecutivo español decida que ningún militar pise aquel territorio. Como diría Borges del peronismo, los socialistas españoles no son de derechas ni de izquierdas. Son incorregibles. Cuando Felipe González se inventó aquella estupidez de que España estaría en la Alianza pero no en la “estructura militar” de la organización (un término, por cierto, inexistente, una realidad virtual: todo en la OTAN es político y miliar) todos se echaron las manos a la cabeza e incluso hubo quien disculpó al “joven nacionalista” por su ignorancia y extravagancia. Con ZP no tendrán siquiera tanta generosa comprensión: en unos meses ha logrado batir todos los record de imprudencia, frivolidad, ignorancia, engaño e irresponsabilidad en política exterior. Ana Palacio, pobrecita, al lado de Moratinos era Tayllerand.
 
Tras nuestra integración en la fantasmagórica “estructura militar” de la OTAN, España ha hecho un largo camino. Ahora, entre Bono, Moratinos y Zapatero quieren borrarlo de un plumazo. Hemos ido a Afganistán para curar la mala conciencia  y el sonrojo de la retirada iraquí. Un día mandamos a nuestros guardias y soldados a Haití con marroquíes y brasileños sin explicación ni razón alguna, simplemente siguiendo lo que Chirac quería que hiciéramos. Zapatero debería solicitar la entrada de España en la comunidad francófona o en la lusófona. Pero antes debe pedir que el catalán, el bable y el valenciano sean lengua oficial.

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