Menú
Alberto Míguez

¿Una sociedad multiétnica?

El alto el fuego o tregua que la guerrilla albano-kosovar y el ejército macedonio han firmado finalmente le debe bastante, muchísimo, a la Unión Europea y a sus enviado especiales. Estos han realizado un magnífico trabajo al convencer a los contendientes de que el conflicto no tiene una solución militar, pero si se eterniza puede acabar con Macedonia como Estado independiente y viable.

Si todo sale bien y finalmente los macedonios de origen serbio y los albano-macedonios recobran la razón y ejercitan el sentido común, el ejemplo podría ser excelente con vistas a otras situaciones igualmente tensas en la región y especialmente desde la perspectiva de Kósovo, el enclave administrado por la OTAN cuyo futuro sigue sin estar definido.

En Macedonia se evitó entre 1992 y 1999 el enfrentamiento entre las dos comunidades (la de origen albanés representa apenas el 25% de la población) porque los soldados de la ONU se establecieron allí en ese período. Ello permitió una serie de reformas democráticas que condujeron a un gobierno legítimamente elegido donde hay cinco ministros albaneses. Pero estas reformas, al parecer, no llegan y será necesario retocar la constitución para dejar claro que los derechos de la minoría albanesa pueden y deben respetarse. No será fácil, porque el nacionalismo albanés o albano-kosovar tiene escaso interés por el sistema democrático y está acostumbrado a solventar por la violencia cualquier diferencia.

La OTAN y las fuerzas de paz presentes en Kósovo y en Macedonia no estarán allí eternamente. Y sólo cuando puedan retirarse garantizando que las hostilidades no se reanudarán, podrá decirse que Macedonia es un Estado independiente y soberano. Claro que eso puede tardar y exigirá esfuerzos por ambas partes y dinero, mucho dinero, que aportárán, qué duda cabe, los países europeos interesados en que Macedonia no sea ya el "país enfermo de la ex-Yugoslavia".

Transitar desde los enfrentamientos entre comunidades a una sociedad multiétnica no es fácil. Si la tregua se consolida y las partes en conflicto vuelven a la mesa de las negociaciones, esta sociedad será viable. Pero si cada parte se bunkeriza en sus posiciones irreductibles, la guerra será inevitable. Con el agravante de que puede extenderse a Kósovo y a Serbia.

En Opinión