Menú
Alberto Míguez

¿Vuelve el frente islámico de salvación?

Los dos líderes más importantes del Frente Islámico de Salvación argelino (FIS), Abasi Madani y Alí Benhach serán liberados el próximo miércoles tras haber purgado doce años de cárcel, sin recortes ni indultos.

La pena cumplida fue impuesta por un tribunal militar en junio de 1991 por “atentado a la seguridad del Estado”. Meses después su partido fue disuelto por las autoridades y disuelto sigue, aunque muchos de sus militantes sigan participando en política a través de plataformas más o menos integristas.

Madani y Benhach son dos personalidades muy diferentes. El primero, sociólogo formado en el Reino Unido, buen conocedor del mundo occidental, es el arquetipo del letrado musulmán, superficialmente tolerante y culto: la cara amable de un movimiento que predica el odio al infiel y su aniquilamiento.

Benhach es un demagogo implacable, partidario del alfanje y la yihad (guerra santa), un Savanarola fanático, predicador y tribuno popular a quien repugna hacer concesiones políticas o teológicas.

Ambos tienen tras de sí enormes responsabilidades en una guerra civil que ensangrienta a su país desde hace doce años y que ha producido ya más de doscientas mil víctimas, en su mayoría civiles.

En 1999, tras la elección del actual presidente, Abdelaziz Buteflika, el poder intentó negociar con ambos dirigentes y uno de ellos, Madani, fue liberado por “razones humanitarias”. El astuto Buteflika solicitó del líder integrista ayuda para su programa de reconciliación y concordia nacional. Hubo un compromiso por el que Madani se comprometía a no tener actividad política alguna. Semanas más tarde de su liberación faltó a la palabra dada y convocó una conferencia de prensa a los corresponsales extranjeros destacados en Argel. Inmediatamente fue detenido y se le aplicó un arresto domiciliario que duró hasta hoy. Su compañero, Benhach rechazó la propuesta de Buteflika y siguió encerrado en la prisión de Blida.

El poder argelino entendió muy pronto que detenidos o en libertad ambos individuos difícilmente iban a renunciar a sus principios y eran incapaces, además, de controlar a sus más fanáticos seguidores agrupados en el Frente Islámico armado (FIA), brazo militar del FIS y posteriormente en dos grupos disidentes, el GIA (Grupo Islámico Armado) y el Grupo Salafista para la Predicación y el Combate, responsables de las más espantosas matanzas y crímenes producidos en el país durante la última década.

Buteflika y el poder militar que lo mantiene lograron finalmente que tanto el GIA como otros grupos fueran reintegrándose en la sociedad civil. Hubo varias amnistías e indultos, pero los “salafistas” (brazo argelino de Al Qaida de quien reciben apoyo material y humano) se mantuvieron en sus trece y aunque obviamente no tienen la misma fuerza militar ni influencia que hace años, siguen ensangrentando el poder mediante atentados ciegos y matanzas indiscriminadas. El presidente Buteflika –que dentro de un año será muy probablemente reelegido– no ha podido acabar con esta gavilla criminal. Argelia sigue siendo un país peligroso, sobre todo para los argelinos. Todas las semanas hay varios asesinatos firmados por integristas de muy diverso pelaje.

Muchos se preguntan dentro y fuera de Argelia si la liberación de Madani y Benhach no será la señal que algunos esperaban para retomar las armas y volver a las andadas. El gobierno quisiera seguramente rehabilitar al FIS y domesticar a sus principales líderes. Pero esto, por ahora, parece un tanto ilusorio. Argelia sigue siendo un volcán dormido pero en cualquier momento puede entrar en actividad.

En Internacional

    0
    comentarios