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Alberto Recarte

Desaceleración del crecimiento

Aun con temor de ser reiterativo, creo que merece la pena comentar los datos de la Encuesta de Población Activa del primer trimestre de 2001 (EPA), pues no sólo reflejan un mínimo aumento del empleo de 5.000 personas, sino que se suma a la del trimestre anterior, que también reflejaba –y era la primera vez que ocurría desde 1995– un estancamiento de la creación de empleo. Según la EPA, el empleo no ha crecido en España en los últimos seis meses, frente a crecimientos globales de 400.000 personas en el año 2000. Un brusco frenazo que anticipa un parón en el crecimiento.

Hay un dato, sin embargo, el de afiliados a la Seguridad Social, que contradice los de la EPA, pues sigue creciendo al ritmo de 600.000 personas al año. La explicación de este fenómeno es doble, aunque sin mayores datos que la lógica. Por una parte, sigue aflorando empleo sumergido ante la adopción física del euro en el próximo año; por otra, podría recoger la afiliación de inmigrantes, ya legalizados, a la seguridad social, que no se reflejarían en la EPA porque al tener esta encuesta una base estable de análisis de hogares, no recogería el crecimiento de los inmigrantes que, en gran parte, viven hacinados en pensiones o habitaciones y no en hogares propiamente dichos, que es lo que analiza la EPA.

Salvando ese posible –y de ser cierto, grande– error de apreciación, si el empleo se ha estancado, esta evolución es compatible con un crecimiento continuado del PIB durante algunos meses, porque los empresarios maximizan su capacidad productiva con los mismos empleados, sin arriesgarse a contratar más mano de obra por temor a la subactividad. Creo, con los matices de la importancia de la inmigración, que esa es la situación actual y que en los próximos trimestres veremos un aumento del PIB mucho menos fuerte del que esperábamos. A pesar de lo cual, la inflación no va a ceder hasta que la debilidad de la demanda se deje sentir de una forma significativa, y siempre que no aumente la cantidad de dinero con una política de bajos tipos de interés del euro.

Seguimos, pues, en la proyección esperada, con menor crecimiento e inflación estancada, con problemas futuros de competitividad.

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