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Alberto Recarte

Desánimo europeo

Las noticias que llegan de la Unión Europea son estremecedoras. Está empezando a plantearse el peor de los escenarios económicos posibles: la reducción del consumo privado por la desconfianza en el futuro, lo que implica menor crecimiento, menores ingresos fiscales y mayor déficit público. Junto con una inflación muy reducida. Un escenario a la japonesa de hace diez años; aunque, afortunadamente sin el agravamiento de la situación que significó en Japón el control de la banca por grupos empresariales, que desviaron los ahorros de los depositantes a mantener proyectos empresariales sin futuro y a especular con la compra de suelo urbano. La situación, empero, es grave. Suecia, que permanece –obviamente, en el mejor de los mundos posibles, como Gran Bretaña– fuera del euro, acaba de bajar los tipos de interés hasta el 2%. El Banco Central Europeo probablemente acabará reduciéndolos también.
 
Sólo España escapaba al desánimo general europeo. El nombramiento de Solbes tranquiliza en buena medida, porque su comportamiento ha sido básicamente moderado estos años, excepto cuando criticó a Irlanda y a España por tener un excesivo gasto en pensiones. En cualquier caso, su presencia significa tranquilidad. Pero la confianza del consumidor español puede verse afectada, y rápidamente, por la política exterior del PSOE, que lejos de defender los intereses españoles nos coloca en una posición de gran debilidad internacional, lo que abre la puerta al virus del temor por el futuro, que hace tiempo infectó a la vieja Europa.
 

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