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Alberto Recarte

La desaceleración económica de España (II)

Incluso si se repite el crecimiento mundial del 5%, eso significará un impulso negativo a nuestra economía. La razón es nuestra pérdida de competitividad.

Para empezar, 2004 ha sido mejor que 2003 para la economía española, porque parece que hemos crecido el 2,7% frente al 2,5% del año anterior. Pero con desequilibrios mayores que, a menos que se tomen muchas medidas de política económica, terminarán por hacer descarrilar nuestra economía.
 
El pasado año ha sido excepcional a nivel mundial, pues el PIB mundial aumentó un 5%. Es posible que en 2005 se mantenga ese crecimiento, aunque la opinión general es que será difícil. Porque Estados Unidos probablemente no volverá a crecer el 4,4%, China el 9%, otros países asiáticos entre el 4% y el 8% y la Unión Europea parece también difícil que repita el 2%, sobre todo el área euro. Pero incluso si se repite el crecimiento mundial del 5%, eso significará un impulso negativo a nuestra economía. La razón es nuestra pérdida de competitividad. Parece irreversible que nuestros precios crezcan, al menos, un 1% más que los de nuestros socios europeos; y mucho más que los del resto del mundo que, o bien tienen inflaciones menores, o monedas devaluadas en relación al euro. Si esto es así, el sector exterior en lugar de restar 1,6 puntos al crecimiento restará 2 puntos porque, aunque crezcan nuestras exportaciones, nuestras importaciones lo harán mucho más.
 
En segundo lugar, tenemos que suponer –en el mejor de los mundos posibles– que el gasto interno vuelve a crecer al 4,3%, el mismo porcentaje que en 2004. Es posible; sobre todo por el impulso de los inmigrantes, la confianza de los españoles en el futuro y siempre que se mantenga el crecimiento de la inversión en bienes de equipo y construcción. Pero, para que eso ocurra, las familias, y también las empresas, pero sobre todo las familias, tendrán que endeudarse más.
 
El resultado posible es que el PIB crezca entre el 2% y el 2,3%. Y no sabemos cómo afectará este menor crecimiento a la creación de empleo. Pero sería lógico que creciera menos el empleo. Lo que sumado a la legalización de cientos de miles de inmigrantes y la reunificación familiar en muchos casos, podría provocar un fuerte crecimiento del paro.
 
Esta situación de menor creación de empleo y mayor desempleo no tiene por qué provocar una crisis económica inmediata, al margen de mayor gasto público en el INEM, la sanidad, la educación y otros servicios. El momento crítico, en este modelo de crecimiento, heredado del PP, -con todo lo bueno y lo malo-, puede producirse cuando no haya creación de empleo neto. En ese momento habrá problemas con la compra de viviendas, el pago de hipotecas, el valor de la propiedad inmobiliaria, la sensación de riqueza y, finalmente, y esa sí es la crisis, con el consumo de las familias.
 
Un consumo menor, junto con una economía cada vez menos competitiva, nos hace descarrilar a todos. Tomar medidas para alterar ese proceso es muy difícil, porque las tendría que tomar el gobierno del PSOE con el apoyo de los nacionalistas. Y hay que recordar que el PP, con mayoría absoluta en la segunda legislatura, no se atrevió a tomar ninguna de esas medidas e incluso el decreto-ley de reforma –tímida por otra parte– del mercado de trabajo, se retiró por el gobierno. Sin duda porque, una vez más en nuestra historia, el entonces vicepresidente económico quería ser candidato a presidente y creía que dar marcha atrás le daría apoyo popular. Y, desgraciadamente, convenció, en mi opinión, –no en mi información–, al presidente del gobierno de que, fuera quien fuera el candidato, había que retirar las propuestas de reforma.
 
La crisis de la economía española, podría ocurrir en 2006 ó 2007; no creo que más allá, y será la consecuencia de un modelo de crecimiento agotado y de un gobierno –el que sea–, incapaz de tomar las imprescindibles medidas de reforma económica, que siempre serán impopulares a corto plazo.

Perspectivas, 1: Los retos de la economía española

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