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Alberto Recarte

La influencia del petróleo en nuestra economía

El tener unos políticos, con responsabilidades, tan incultos, afecta a nuestra productividad directamente y, lo que es peor, genera incertidumbre y desconfianza para el futuro.

El petróleo ha subido de precio en agosto hasta casi 50 dólares el barril; en la última semana ha descendido hasta alrededor de 40, que sigue siendo un precio altísimo en relación con los 20-25 que costaba hace apenas dos años, y no ha pasado, aparentemente, nada. La economía mundial no se ha resentido, la inflación no ha aumentado y las perspectivas generales no han empeorado apreciablemente, a pesar de que se da por descontado un precio medio del petróleo de alrededor de 40 dólares para los próximos años.
 
Esta resistencia contrasta con la catástrofe que significaron las dos grandes subidas del precio del petróleo en 1975/76 y 1981/82. ¿Por qué esa diferente reacción?
 
La explicación requiere muchos detalles, pero algunos datos ayudarán a comprender lo que significa el actual fenómeno para nuestra economía, mucho mayor que la de los años setenta y ochenta y en la que, aunque nuestra dependencia energética del petróleo se haya incrementado, el peso global del petróleo en el PIB es muy inferior al de esos años.
 
La economía española consume alrededor de 1,5 millones de barriles de petróleo por día; es decir, 548 millones de barriles por año. Una subida media del precio de 10 dólares por barril significa pagar al exterior 5.480 millones de dólares más; al tipo de cambio de 1,20 dólares por euro el pago adicional es de 4.384 millones de euros. Como nuestro PIB alcanzará, a finales de este año, la cifra de 790.000 millones de euros, estamos hablando de una afección del 0,5% del PIB.
 
Como ustedes comprenderán, un 0,5% del PIB no puede desequilibrar a nuestra economía, ni tener una influencia decisiva en la inflación. Y, además, en parte, ese pago adicional al exterior se ve compensado por nuestras exportaciones de productos derivados del petróleo, que también se venden más caros. Por supuesto que en algo nos va a afectar al crecimiento; es posible que si el inicialmente calculado era de entre el 2,8% y el 3% el resultado final, que iba a ser menor en cualquier caso, se vea reducido en 3 ó 4 décimas por esos pagos extraordinarios.
 
La falta de formación de los portavoces del PSOE, que durante el mes de agosto han hablado de un futuro de empobrecimiento inevitable de España, como consecuencia de ese aumento del precio del petróleo, causa sonrojo colectivo. No me cabe duda de que sus declaraciones no se apoyan en ningún dato y de que no saben cómo calcular el impacto. Esa falta de formación se refleja en la productividad de nuestro país, como la de cualquier otro trabajador. El señor Sebastián, principal consejero económico de. Rodríguez Zapatero, no ha cesado de hacer declaraciones –durante los últimos dos años– en el sentido de que el problema de nuestra economía es el escaso crecimiento de la productividad. Y tiene razón en muchos aspectos. Pero la productividad depende de la formación de nuestra mano de obra. El tener unos políticos, con responsabilidades, tan incultos, afecta a nuestra productividad directamente y, lo que es peor, genera incertidumbre y desconfianza para el futuro, lo que afecta no ya al crecimiento de la productividad sino al crecimiento mismo.
 
A todos nos interesa mejorar la productividad, pero cuanto más conocemos a los actuales responsables políticos del PSOE, más razones tenemos para preocuparnos.

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