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Alberto Recarte

Ni ganadores ni perdedores

A estas alturas del día, todavía no sabemos qué se ha negociado en Niza, ni cuáles han sido los resultados, por más que se empeñe una estúpida propaganda política en hablar de “ganadores” y “perdedores”.

Sí sabemos que, en el futuro, a partir, parece, parcialmente, de los años, 2005, 2007, o quizá del 2013, si para entonces los países de la Unión suman 27, se podrán tomar decisiones por mayoría, no por unanimidad como hasta ahora, con un enorme número de excepciones.

Entre otras consideraciones, se podrían hacer las siguientes:

1. El Reino Unido ha logrado que la unanimidad –el derecho de veto– sea obligatoria para los temas de impuestos (indirectos y sociedades, de los directos ni se ha hablado), seguridad social y defensa.

2. Los temas que se votan por mayoría parecen ser treinta. En función de la amplitud de los mismos podremos saber si estamos hablando de un Estado supranacional, de una federación, de una confederación, o de una unión aduanera cualificada por la libertad de movimientos de capitales y de personas.

3. Sin embargo, incluso en estas ocasiones, se exigen mayorías cualificadas, simultáneas, de número de votos y de porcentajes de población.

4. Hay una adjudicación de votos por país, que tienen que ver, en parte, con la población y, en parte, con consideraciones históricas y políticas, para evitar que países como Alemania, con 82 millones de habitantes y Luxemburgo, con 400.000, se vean agraviados.

5. Hay un dato nuevo, la población real, que tendrá un peso determinante en los casos en que se exija voto cualificado para aprobar una medida, pues es necesario alcanzar el 62% del total; o su contrario, el 38%, para poder vetar tal disposición.

6. En el caso de España, es de esperar que en 2007 no necesitemos –porque entre el 2001 y el 2006 hayamos mantenido un nivel de crecimiento económico suficiente– para los siguientes 7 años, del 2007 al 2014, fondos estructurales o de adhesión, y que se destinen, en su totalidad, a los países europeos auténticamente pobres, si es que se han integrado en la Unión. Nuestro triunfo sería, por tanto, poder renunciar al derecho de veto que parece hemos conseguido.

Por tanto, hasta no analizar con cuidado el texto de lo aprobado en Niza es prematuro dar cualquier opinión. Y también habría que recalcar que se ha acordado celebrar una cumbre específica en 2004, para hablar sobre el reparto de poderes entre la Comisión, el Parlamento Europeo y los Estados miembros.

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