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Alberto Recarte

Precios arbitrarios de las exportaciones chinas

Existe el convencimiento entre economistas y expertos de organizaciones internacionales, como el FMI, que una de las razones de la competitividad de todas las exportaciones chinas es su tipo de cambio, fijo desde hace muchos años, con el dólar.

El proceso de globalización continúa imparable, provocando beneficios y conflictos sectoriales en todo el mundo. Ya nos hemos referido al sector textil, afectado por el final del acuerdo multifibras en 2004 y la recuperación de la libertad de comercio para estos productos en todo el mundo. Una evolución muy brusca, con exportaciones asiáticas creciendo a tasas incalculables y que está provocando peticiones de protección por parte de los sectores afectados en Estados Unidos y en algunos países de la Unión Europea, como Francia, Italia y España.
 
Otro sector afectado es el del automóvil. La primera industria del mundo, la norteamericana, se enfrenta, a pesar de la devaluación del dólar, a una competencia creciente de automóviles de origen asiático, hasta tal punto que las sociedades de rating consideran que la deuda de General Motors y de Ford es de gran riesgo, lo que se traduce en que para conseguir financiación por esta vía hoy ambas sociedades tendrán que pagar entre el 7% y el 8% de intereses anuales. Un riesgo y una oportunidad para los inversores. Y tampoco es mucho mejor la situación del tercer gran fabricante, Chrysler-Daimler Benz, afectado tanto por la debilidad del mercado como por problemas de calidad. Esta evolución ya está teniendo efectos en España, donde el número de automóviles producidos se ha reducido un 13% en lo que va de año.
 
Existe el convencimiento entre economistas y expertos de organizaciones internacionales, como el FMI, que una de las razones de la competitividad de todas las exportaciones chinas es su tipo de cambio, fijo desde hace muchos años, con el dólar, por lo que la reciente evolución a la baja de esa moneda ha servido para agravar todavía más ese problema. ¿Qué ocurriría si las autoridades chinas permitieran la libre fluctuación del yuan? No lo sabemos, pero el ejercicio teórico es absurdo, porque la economía china es una economía mucho más intervenida y controlada de lo que se cree y esa decisión, en las actuales circunstancias, es impensable. En el supuesto caso de que el gobierno chino accediera a revaluar el yuan entre un 5% y un 10% –los porcentajes que se mencionan oficialmente– los efectos serían positivos, pero no se resolvería el problema de fondo. Por supuesto que deberían hacerlo, pero no esperen milagros de esa decisión.
 
Las razones de la competitividad china son, además del tipo de cambio, unos precios manejados y arbitrarios para sus exportaciones, que reflejan, en parte, una situación excepcional de bajos tipos de interés, exceso de crédito y dinero en circulación, enormes inversiones extranjeras, alta tecnología importada y baja, pero amortizada, tecnología nacional y una mano de obra explotada sin límite, con unos deseos infinitos –por parte de los trabajadores y sus familias– de prosperar y de ahorrar. Procesos de este tipo, en los que un país parece capaz de producir todo a precios inferiores a los de todo el mundo, son insostenibles a largo plazo –como demostró Japón hace una década larga. Quizá estamos hablando de 10-15 años, pero habrá un momento determinado a partir del cual subirán en China los precios y los salarios, se reducirán las horas de trabajo, y se ajustará el tipo de cambio hasta que, en el mejor de los mundos posibles –y si todo el proceso político y social de modernización y liberalización en China sale bien–, la economía china se integre con la mundial sobre las bases de una economía de mercado, en la que los precios se formen libremente. Pero nada nos va a librar de unos años tremendos para los propios chinos en primer lugar y para muchas industrias en los países desarrollados. Y España está en la primera línea de fuego.

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