Menú
Alejandro A. Tagliavini

Democracia bananera

Eso demuestra que, al igual que ocurre en Venezuela, de poco sirven los grandes recursos si éstos son malgastados por burocracias ineficientes que no están guiadas con afán de progreso económico

Al igual que en Venezuela, donde la democracia es sólo una pantalla que esconde los intereses de líderes populistas que no tienen ningún interés real en el Estado de Derecho, en Ecuador este nuevo y dudoso presidente, Alfredo Palacio, viene a ser el sexto desde 1996. Finalmente, para hacer honor a la historia latinoamericana, los ecuatorianos eligieron hace dos años a un militar, el coronel Lucio Gutiérrez, ex golpista, en lugar de a un millonario bananero.
 
Gutiérrez ganó fama de luchar contra la corrupción cuando comandó un grupo de jóvenes oficiales y a cinco mil indios en un golpe, en enero de 2000, que derribó al presidente Jamil Mahuad, en el medio de una grave crisis económica. Formó brevemente una junta, hasta que el ejército encargó de la presidencia al entonces vicepresidente. Gutiérrez fue separado del ejército y pasó seis meses en prisión.
 
Tras la dolarización, la economía ecuatoriana fue la que más creció en Latinoamérica durante 2001, con un aumento de 5,5% del PIB, a la vez que bajó la inflación, los depósitos bancarios crecieron en 25,1%, las inversiones en un 85% y la recaudación tributaria aumentó cuando bajaron los impuestos.
 
Pero durante la campaña electoral, los contendientes prometieron grandes gastos estatales para viviendas y otras ayudas para los pobres, quienes en este país representan el 60% de los doce millones de habitantes, a pesar de tener grandes reservas petroleras en manos estatales. Eso demuestra que, al igual que ocurre en Venezuela, de poco sirven los grandes recursos si éstos son malgastados por burocracias ineficientes que no están guiadas con afán de progreso económico. El problema es que los políticos estatistas ayudan \'\'con dinero ajeno\'\' porque los recursos son sustraídos coactivamente.
 
Lucio Gutiérrez, para no faltar a las tradiciones latinoamericanas (que son más conservadoras de lo que suele creerse), precisamente por mantener las malas costumbres que la han llevado al fracaso, hizo su campaña en uniforme verde oliva y a caballo, y ganó con el apoyo de las comunidades indígenas con un discurso condenatorio de la corrupción política.
 
A la vez trabajó para convencer a los inversores de que él no es un extremista de izquierda. Se vistió con traje conservador para visitar Wall Street y allí aseguró que Ecuador mantendría el dólar como moneda, cumpliría con sus obligaciones financieras y llegaría a un nuevo acuerdo con el FMI. Es decir, todo lo que le interesa escuchar a un establishment que, con tal de que se respeten sus negocios y las reglas del juego, poco le importa si las políticas adoptadas son sanas y realistas.
 
Alvaro Noboa, el empresario bananero perdedor, cuyo automóvil de campaña color amarillo banana estaba normalmente acompañado por bailarinas, no parecía tener un plan mucho más serio. Cuenta entre sus amigos a varios miembros del clan Kennedy y artistas de Hollywood, y su mejor plan consistía en asegurar que millones de dólares vendrían en inversiones externas debido a sus contactos personales.
 
Noboa intentó asustar al electorado comparando a Gutiérrez con el ex golpista venezolano Hugo Chávez. Pero el coronel ecuatoriano aseguró que gobernaría en base al consenso y que incluiría a los empresarios en las decisiones importantes. Lo que hizo, además de mantener el exagerado estatismo.
 
Irónicamente, como en toda Latinoamérica, el fuerte rechazo a los partidos y políticos tradicionales, por el notorio fracaso acumulado, ha promovido este tipo de nuevo líder popular.

En Internacional

    0
    comentarios