"Luche y vuelve" era el slogan de la resistencia cuando Juan Domingo Perón estaba proscrito. Hoy, el ex presidente peronista Carlos Menem tiene intenciones de volver, luego de ganar la primera vuelta de las elecciones presidenciales, alcanzando 24% de los votos. Pero para la segunda vuelta, que se realizará el 18 de mayo, confronta al oficialista Néstor Kirchner, también peronista y apoyado por el presidente Duhalde, que sacó 21%. Las encuestas dan más posibilidades al oficialismo (en el orden de 60% contra 30%), dado el rechazo que produce el ex presidente Menem entre grandes sectores que lo acusan de corrupción y frivolidad.
Irónicamente, para el 36% de los argentinos el gobierno de Carlos Menem fue la mejor época económica, seguida por la primera presidencia de Juan Domingo Perón, con un 15% de las menciones. Los más jóvenes y de baja posiciones socioeconómicas prefieren a Menem por amplio margen.
De esta primera vuelta queda claro que la izquierda disminuyó mucho, alcanzando apenas 5% de los votos, y que el tradicional partido Radical prácticamente desapareció, obteniendo menos del 3%, por lo que dejó de existir el bipartidismo en la Argentina. Por otro lado, está claro que, con fines electorales, los candidatos se inclinaron hacia una derecha "populista", con importante intervención estatal. Esto no sorprende en la Argentina moderna, donde la izquierda nunca representó realmente un problema político importante, más allá de la guerrilla durante la década de los años 70, mientras que la derecha "populista" cuasi fascista sí gobernó durante largos períodos, en particular con Perón.
Los liberales y conservadores independientes votaron a Ricardo López Murphy, quien obtuvo 17% de los votos en la primera vuelta. Menem y López Murphy eran los candidatos con propuestas más parecidas. Los dos respetan –algo y mucho– la propiedad privada. Ambos proponen orden y seguridad, y un claro alineamiento internacional en materia económica y diplomática con Estados Unidos. Por el contrario, el oficialismo se manifestó antiglobalizador, aunque pretende obtener ciertos beneficios del capitalismo, como tener acceso al crédito, a la vez que declaró y festejó el “default”, la suspensión de pagos.
El gasto público aumentó mucho en los años del presunto “neoliberalismo”, como lo reconoce el propio Menem. Ahora, más alejado del discurso liberal, anunció las obras públicas que piensa construir en su gobierno, entre ellas un plan de 10.000 kilómetros de autopistas. Pero aún peor es el irracional programa de Kirchner de “crear empleo” mediante gasto público.
Los mercados, en particular Wall Street, tomaron las noticias de la primera vuelta con calma, dado que no esperan grandes novedades. Los bancos de inversión prefieren a Carlos Menem triunfante en la segunda vuelta. Pero reconocen que una eventual victoria de Kirchner no será traumática ya que significa continuidad. Peter Hakim, presidente de Interamerican Dialogue, dice: “El gran problema de esta elección es que ninguno supera el 20%... podría ser difícil para cualquier candidato conseguir apoyo para gobernar”. De manera que aunque se imponga un candidato pro mercado, las firmas se tomarán no menos de tres meses para evaluar la capacidad de gestión de la próxima administración.
Al triunfador le espera una carga pesada. Desde hace muchos años se mantiene la mafia político-empresarial-sindical y gran corrupción, además de la politización de la justicia y una deuda pública récord. Si bien todas las propuestas buscan alcanzar el equilibrio fiscal, también impulsan políticas de empleos que implican aumentos del gasto. Menem piensa financiar un aumento salarial del 30% y eliminar los impuestos sobre el salario
En cualquier caso, en esta Latinoamérica poco seria, una cosa es lo que se promete durante la campaña electoral y otra muy diferente lo que finalmente se hace.
© AIPE
Alejandro A. Tagliavini es miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE (Escuela Superior de Economía y Administración de Empresas) de Buenos Aires.
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