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Alejandro Campoy

Les pido disculpas, queridos inmigrantes

El Señor Rajoy les ha ofendido gravemente al pretender que aprendan el español, insolencia ante la que el Ministro Moratinos no tuvo más remedio que salir al paso: “Akenda motongo katanga du binga bemba babumba kena diptongo”

Henos aquí, contritos y avergonzados ante la ofensa perpetrada por Mariano Rajoy contra todas las personas de buena voluntad que a nuestro país llegan con el generoso deseo de contribuir a elevar nuestro nivel de bienestar y de progreso. El señor Rajoy les ha ofendido gravemente al pretender que aprendan el español, insolencia ante la que el ministro Moratinos no tuvo más remedio que salir al paso: Akenda motongo katanga du binga bemba babumba kena diptongo.

Tras estas declaraciones, que mostraban a las claras su ferviente deseo de aprender y utilizar la lengua nativa del país que visitaba, quedó muy claro que de lo que se trata es de que seamos capaces en España de hablar en árabe a los inmigrantes magrebíes, en búlgaro –cirílico, por supuesto– a los procedentes de aquél país, y en urdú a todos aquellos que vengan de Pakistán. Cataluña ya ha iniciado esa senda, al publicar un diccionario catalán-urdú, urdú-catalán.

¿Cabe imaginar mayor ofensa para un recién llegado a nuestras tierras que hacerle aprender el español? ¡De ningún modo! Entonemos nuestro más sentido mea culpa por el terrible ridículo al que el señor Rajoy nos ha sometido a todos los españoles, y hagámoslo a coro con nuestro amado presidente. Pero esto no es lo peor.

Pretende Rajoy ni más ni menos que todos los que arriban a nuestras costas sepan y conozcan las leyes que rigen nuestra convivencia y acepten los usos y costumbres de nuestra sociedad. ¿Pero, cómo se atreve? ¡Esto es racismo, intolerancia y xenofobia en estado puro! ¿Cómo podemos osar impedir a ciertos lugareños que mantengan el uso de sus propias costumbres y usos, tales como la ablación de clítoris, la poligamia, los malos tratos a las mujeres y la lapidación de los homosexuales? No cabe imaginar mayor agresión hacia el recién llegado que privarle de sus antiquísimas y arraigadas tradiciones.

Nuestras leyes se aplican o no se aplican, eso depende de lo que "aconseje la jugada"; son flexibles, elásticas y polivalentes, ya hay sentada doctrina desde esta legislatura. Lo que un día puede ser delito, no lo es al día siguiente, y en consecuencia los españoles no sabemos nunca si estamos dentro o fuera de la ley. Dependerá de lo que toque, lo que supone que cada día al levantarnos hacemos una partidita de ruleta rusa sin saber si esa jornada tocará balazo o no. Y si tal es nuestra situación, ¿cómo podemos llegar a la infamia de hacer tragar a los inmigrantes lo que no rige ni para nosotros mismos? Arrodillémonos, pues, todos y entonemos un cántico de desagravio hacia el visitante. Amén.

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