Escandaliza pensar que Joseba Pagaza se hubiera visto obligado a ejercer su profesión en el ayuntamiento de Andoain, rodeado de concejales de Batasuna, cómplices de la banda criminal. Pero mucho más escandaliza, si cabe, escuchar de Arzallus, en ese tono chulesco que le caracteriza, las palabras con las que respondió a las quejas de la madre del policía municipal asesinado.
Le imagino rebuscando en todo sus repertorio de imprecaciones y satisfecho de haber logrado dar con la frase más hiriente y despreciativa que una mujer con el coraje de Pilar Ruiz Albisu, podría llegar a escuchar: “el papel que le hicieron leer a esa pobre mujer”.
Pero esa “pobre mujer” ha decidido que no se piensa callar porque no ha nacido quien le impida decir lo que tiene ganas de decir. Que se enteren Arzallus y los suyos de que no todos son cobardes en su tierra, de que hay gente que no está dispuesta a dejarse amedrentar por una banda asesina y por unos gobernantes que quieren aprovecharse del miedo de los indefensos para continuar ejerciendo su poder.
Toda mi admiración por esa mujer que de la tristeza ha sabido sacar el orgullo y el valor para enfrentarse a los asesinos de su hijo, a sus cómplices y a sus encubridores.
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