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Alicia Delibes

La escuela del siglo XXI

a pesar de la importancia que se da a la enseñanza del inglés y de la informática, nuestro sistema educativo no camina hacia la modernidad y hacia el futuro sino hacia el pasado, hacia el viejo socialismo del los primeros años del siglo XX

Acaba de presentar el Ministerio de Educación y Ciencia el anteproyecto de la que podría ser la próxima ley de educación: la LOE (Ley Orgánica de Educación).
 
La ministra San Segundo aseguraba el domingo en una entrevista a El Periódico de Cataluña que esta nueva ley “no es una LOGSE maquillada sino que va mucho más allá” y que aporta soluciones al sistema educativo más acordes con el siglo XXI.
 
Si bien es cierto que este proyecto de ley va más allá que la LOGSE, lo que no pueden pretender los socialistas es que las nuevas disposiciones, los nuevos planteamientos, son más acordes con el siglo XXI. Que no pretendan decir que han puesto los ojos en el futuro para buscar soluciones a los actuales problemas de la educación española porque este proyecto supone, esencialmente, la confirmación de que el actual partido socialista sigue empeñado en implantar en España su viejo sueño de escuela unificada.
 
En septiembre de 1918, la llamada Escuela Nueva de Madrid, fundada por el socialista Núñez de Arenas, presentó una ponencia titulada: “Bases para un programa de Instrucción Publica”. En las bases de aquella ponencia se reclamaban la gratuidad de la enseñanza en todos sus grados y la organización de las escuelas de acuerdo con el principio de la “unificación” que, según se definía en el texto, suponía “la desaparición de todas las barreras que separan a la enseñanza primaria de la secundaria, y a ésta de la superior, y que hacen de ellas verdaderos compartimentos estancos”. Una unificación que debería hacerse tanto en los planes de estudio como con el personal docente que debería formar un cuerpo único y recibir una formación idéntica en la Facultades de Pedagogía que, para tal efecto, habría que crear en todas las universidades.
Esta ponencia se convirtió, a partir de entonces, en el programa socialista para la educación. Cuando la izquierda republicana llegó al poder en 1931, el Ministerio de Instrucción Pública inició los cambios necesarios para cumplir su sueño de escuela unificada, pero el gobierno republicano no llegó a instaurar ni siquiera las fases previas. Algunos expertos en historia de la educación aseguran que esto se debió, por una parte a que no tuvo tiempo y, por otra, a que los grupos afectados se opusieron fuertemente a ello. Sólo durante la guerra civil, en zona republicana, y sobre todo en Cataluña, esos principios entraron en vías de realización.
 
Este plan de escuela unificada con un cuerpo único de profesores desde la primaria a la universidad es el que inspiró la LOGSE. Ahora bien, en relación a la utopía socialistas del 18, la Ley se quedaba bastante corta. La unificación en la LOGSE no llegaba hasta la Universidad, se centraba en reducir la enseñanza secundaria que los españoles identificaban con el bachillerato. Tras la aplicación de la Ley socialista ese bachillerato quedó reducido a dos años. Además, el profesorado de las enseñanzas previas a la universidad no ha quedado como un cuerpo único, aún se mantienen dos cuerpos de profesores bastante diferenciados: el de maestros y el de profesores de Educación Secundaria.
 
A partir de la implantación de la LOGSE, la enseñanza secundaria obligatoria ha quedado organizada en cuatro cursos académicos que abarcan desde los 12 a los 16 años. El PP quiso introducir en esa etapa algunas medidas que impidieran que esa secundaria obligatoria fuera en la práctica simplemente una prolongación de la primaria. Con ese fin se introdujeron distintas ramas o itinerarios a partir de 3º de la ESO, se estableció la obligación de repetir curso cuando se suspendían tres o más asignaturas y se ofreció la posibilidad de recuperar los suspensos con exámenes extraordinarios en septiembre. Por otra parte, y dados los problemas de convivencia escolar que había creado la explosiva mezcla de adolescentes con intereses, capacidades y aficiones diferentes, la LOCE permitía expulsar a los alumnos que cumplidos los 16 años ocasionaran conflictos en los centros escolares y ofrecía a partir de los 15 la posibilidad de terminar la secundaria con unos programas especiales de iniciación profesional.
 
José Luis Rodríguez Zapatero, tras ganar las elecciones del 14 de marzo de 2004, casi con la misma velocidad con que retiraba las tropas de Irak llevó a cabo una serie de maniobras para paralizar, de facto el cumplimiento de una Ley que era orgánica. Una Ley que trabajosamente había elaborado el PP y que introducía ciertos cambios que, sin ser demasiado grandes, suponían un desvío hacia el objetivo que el PSOE se había marcado en 1990: implantar su modelo de escuela unificada de 1918.
 
Pues bien, cuando la ministra de Educación dice que quiere ir más allá, debe entenderse que quiere avanzar en el camino de ir haciendo realidad el sueño de la “unificación”.
 
El nuevo documento apuntala definitivamente la estructura de enseñanza única desde los 6 a los 16 años llamándola “enseñanza básica”. Para ello facilita el paso de los escolares de un curso a otro, evitando repeticiones de curso, suprime cualquier examen extraordinario de recuperación e impide cualquier intento de adelantar la formación profesional.
 
En cuanto al profesorado, si bien aun no se atreve a unificar los cuerpos de maestros y profesores de secundaria todo apunta a un intento de buscar un nuevo perfil profesional para el profesor de la ESO que sea menos especializado, más generalista y mejor preparado “pedagógicamente”.
 
Es cierto, pues que la nueva ley tratará de ir más allá que la LOGSE pero que nadie se llame a engaño, a pesar de la importancia que se da a la enseñanza del inglés y de la informática, nuestro sistema educativo no camina hacia la modernidad y hacia el futuro sino hacia el pasado, hacia el viejo socialismo del los primeros años del siglo XX.

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