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Alicia Delibes

La herencia de Marchesi

El Paisdel viernes, con el titular “Educación releva a un funcionario tras sus alabanzas al modelo vasco”, contaba la historia de un pedagogo que, hasta ahora, y desde hace 12 años, trabajaba como investigador educativo en el Ministerio de Educación.

Javier Murillo, que es el nombre del investigador, entró en comisión de servicios en el Centro de Investigación e Innovación Educativa (CIDE) cuando se parió la desastrosa reforma socialista de la educación. Era un joven pedagogo que se crió a los pechos de Álvaro Marchesi y que sigue empeñado en negar que la llamadacomprehensividades incompatible con la calidad de la enseñanza.

Cuando el PP ganó las elecciones, Murillo temió que se prescindiera de sus servicios, pero los populares, quizás porque no quisieron que se les acusara de hacer rodar cabezas, mantuvieron su puesto entre muchos otros de los que el PSOE había creado en la administración educativa. Este, a mi parecer, grave error ha llevado a que individuos tan doctrinarios como Javier Murillo crean que lo que les ha hecho permanecer en sus puestos es su propia valía profesional.

Año tras año, Murillo ha visto como su comisión de servicios iba siendo renovada pero, hete aquí, que hace unos meses a Murillo no se le ocurrió mejor idea que felicitar a la Consejería de Educación del País Vasco por lo bien que estaban sus colegios y por el clima de solidaridad, tolerancia y convivencia pacífica que en ellos se respiraba. Las declaraciones levantaron entonces un gran revuelo y lógicamente trajeron como consecuencia que, al final del verano, cuando finalizaba el contrato de Javier Murillo, la administración se negara a concederle una nueva comisión de servicios.

Así ha sido como Murillo ha perdido ese puesto de “confianza política” que disfrutaba desde hace 12 años. Ahora no entiende cómo por esas declaraciones se le ha podido privar de su privilegiada situación. Ha montado en cólera y, por lo que parece, va diciendo a los periodistas que este gobierno más que calidad lo que hace es inquisición.

El diputado del PNV, González de Txabarri o la Consejera de Educación del País Vasco, en vez de jalear, como están haciendo, al experto investigador deberían facilitarle una plaza en algún colegio del País Vasco pues así tendría la oportunidad de comprobar sobre el terreno sus insólitas teorías.

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