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Alicia Delibes

La libertad está en peligro

Esa encuesta realizada por Vox Publica sobre la valoración que hacen los españoles de la actitud de los principales partidos frente a la guerra ha puesto de manifiesto que el 68,3% de los 1500 encuestados telefónicamente suspende al PP. Pero resulta que las calificaciones obtenidas por PSOE e IU son prácticamente idénticas. Algo que era totalmente esperable pues en nada se está diferenciando la política de Zapatero de la de Llamazares en este asunto de la guerra de Irak.

Cuando Zapatero apareció en la escena política parecía que nos iba a traer la cara amable del PSOE. Era un chico educado en un colegio de frailes de León, licenciado en Derecho, sin más profesión que la de diputado, con cara de no haber roto jamás un plato y con un cierto barniz socialista.

Zapatero era un tipo que gustaba caer bien a todo el mundo, no tenía rencores acumulados y uno esperaba que, salvando las distancias, llegara a ser el Blair español. Incluso hay quien dice que Aznar llegó a pensar en él como el Sagasta del siglo XXI.

¿Qué ha podido pasar para que nuestro Tony Blair se arroje a las barricadas del izquierdismo más barato y demagógico? ¿Cómo es posible que Zapatero, un hombre llamado a gobernar España, haga la misma política anticapitalista, antiimperialista y antisistema que Llamazares?

Sólo se me ocurre una explicación: Felipe González. Una vez alguien me dijo que Felipe antes de perder el poder estaba dispuesto a sacar los tanques a la calle. Se equivocó, Felipe se fue de la Moncloa, y no vimos tanques en las calles. Sin embargo, el espíritu del que fue presidente del gobierno español no ha podido encontrar reposo. Era demasiada su soberbia y demasiado profundo su rencor para olvidar la afrenta que le habían hecho los españoles echándole del poder.

Con la decisión de Estados Unidos de atacar Irak en contra de la opinión de franceses, alemanes y rusos comprendió el ex presidente que el momento de recuperar el poder había llegado. Ahora o nunca, se debió decir a sí mismo y decidió tomar las riendas de la política de la oposición y manejar desde la trastienda los hilos de su marioneta, Rodríguez Zapatero.

Y así ha podido ser como Zapatero, que carece de la imaginación necesaria para inventar el mal pero que tiene la mediocridad moral suficiente como para ejecutarlo, se ha convertido en el líder de un movimiento antisistema que nada tiene que ver con lo que se debería esperar de un señor que, si el tiempo no lo remedia, y si Felipe finalmente lo permite, será presidente del gobierno de España.

La sombra de Felipe González planea por encima de esta guerra, que se rueda en nuestras calles y que ha sido declarada por todas las fuerzas del progresismo rencoroso contra el partido que gobierna España con mayoría absoluta. Todavía no hemos visto los tanques pero ya se percibe el miedo, la cobardía, la sumisión y la uniformidad de pensamiento que siempre preceden al sacrificio de la libertad.

En España

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