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Alicia Delibes

Los laboristas británicos reconocen su fracaso

Gran revuelo se ha armado en Inglaterra con las declaraciones de Tony Blair del pasado 12 de febrero. En ellas, el Primer Ministro ha admitido que el sistema de las Comprehensive School, impuesto en el Reino Unido por los laboristas en 1967, ha hecho fracasar a varias generaciones de alumnos británicos y ha prometido poner fin a la enseñanza llamada comprensiva.

Estas declaraciones han servido a los laboristas para iniciar su campaña electoral y presentar su programa educativo que, curiosamente, pone un énfasis especial en la búsqueda de la excelencia, tanto de los escolares como de profesores y centros.

Mientras en España la oposición prepara todo su armamento demagógico para hacer frente a la propuesta de la ministra de educación de abrir diferentes vías o itinerarios en la enseñanza secundaria, Tony Blair acaba de anunciar que en los centros escolares se formarán grupos con los alumnos más aventajados, capaces de terminar la secundaria obligatoria un año antes, mientras que, para otros, se adelantará la formación profesional a los 13 o 14 años.

Estas propuestas suponen el fin del principio de “comprensividad” que ha dominado el pensamiento educativo progresista desde hace más de treinta años.

La situación de la enseñanza pública ha hecho temer a los laboristas que los padres, obligados a enviar a sus hijos a la escuela privada, se negaran a pagar los impuestos destinados a financiar un sistema público que es totalmente ineficaz.

La sociedad puede ser engañada con actitudes demagógicas durante cierto tiempo pero, en un sistema democrático, siempre conserva capacidad para reaccionar. A veces, como ocurre hoy en el Reino Unido, vemos cómo los mismos que han sido causantes del desastre educativo se ven obligados a ofrecer soluciones aparentemente contrarias a su propia ideología.

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