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Alicia Delibes

Peligros del multiculturalismo

Un amigo judío que estuvo estos días de Semana Santa en París ha regresado convencido de que, de aquí a pocos años, Francia estará totalmente “islamizada”. Me confesó que paseando por ciertas calles había llegado a sentir miedo: “se notaba tanto la presencia musulmana que le dije a mi mujer que no me hablara en hebreo”.

Se calcula que hay ya cinco millones de musulmanes en Francia, lo que supone más del 8% de la población. El pasado fin de semana, por iniciativa del ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, se celebraron votaciones en 1.500 mezquitas para elegir un Consejo de Culto Musulmán que pudiera ser considerado como representante del colectivo islámico.

Con ese motivo, Sarkozy acudió al Encuentro anual de la Unión de las Organizaciones Islámicas en Francia (UOIF) para pronunciar allí lo que iba a ser un “integrador” discurso. Sus palabras fueron muy bien recibidas hasta que se le ocurrió decir que en la fotografía del documento de identidad las mujeres tenían que llevar la cabeza descubierta. Una fuerte pitada le dio a entender que había desatado la indignación del auditorio.

Este suceso ha reabierto la polémica del velo en las escuelas que se cerró en 1989 con una ley que autorizaba, en nombre de la libertad de conciencia, que los escolares llevaran en sus ropas o en sus cuerpos cuantos signos religiosos desearan siempre y cuando no se hiciera de ellos ostentación ni se utilizaran con fines proselitistas.

Tras los abucheos sufridos por su colega de Interior, el ministro de Educación, Luc Ferry, que ya había anunciado para la primavera del 2004 una “contrarreforma” del sistema educativo francés que permita resolver todo aquello que va mal en la enseñanza, ha prometido revisar de nuevo la ley de 1989. Su teoría es que muchas cosas han cambiado desde entonces y que es ya necesario abrir un nuevo debate sobre el tradicional laicismo francés.

Tiene toda la razón Luc Ferry al decir que muchas cosas han cambiado desde entonces. Son tantas que, a mi entender, nada se podrá ya hacer mediante la persuasión y el convencimiento que tanto gusta a los educadores. Hace 15 años, en nombre de la multiculturalidad y del respeto a la pluralidad religiosa, se permitió el velo en las escuelas francesas. Ahora, mucha gente empieza a preocuparse porque se están enterando de que en esas escuelas que se suponen laicas y multiculturales hay niños judíos que sufren constantemente agresiones. Las Administraciones educativas francesas temen que el avance del antisemitismo y del racismo en los colegios ponga en peligro los “sagrados principios de la République”.

Aunque para Francia quizás sea demasiado tarde, confío en que no lo sea también para nosotros. En nuestras escuelas es aún insignificante la presencia musulmana, pero es tan grande el dominio ideológico del progresismo multicultural, defensor como bien sabemos del derecho de los musulmanes a imponer el velo a sus mujeres, que si no se toman medidas a tiempo, y me temo que nadie está dispuesto a tomarlas, seguramente dentro de unos años, todos tendremos motivos más que suficientes para llevarnos las manos a la cabeza como ahora lo hacen nuestros vecinos franceses.

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