Al fin, el ministerio de Educación se ha decidido a confirmar los rumores que circulaban desde hacía meses sobre las posibles reformas de la enseñanza secundaria. Habrá que esperar a ver qué es lo que dice exactamente ese borrador de proyecto de Ley de la Calidad pero, en principio, las medidas que se contemplan vienen cargadas de sensatez.
Suprimida la selectividad, iba a ser España el único país de Europa que no examinaba a sus escolares ni una sola vez antes de ir a la Universidad, la llamada reválida parecía inevitable. Impedir que alumnos con todas o casi todas las asignaturas suspensas pasen de curso limitará la existencia de los llamados objetores escolares, entre los que, actualmente, el núcleo más duro lo forman los conocidos como PIL que son aquellos que pasan de curso “Por Imperativo Legal” y se han convertido en el terror de los profesores.
La tercera propuesta, la apertura de tres itinerarios diferentes al comenzar el segundo ciclo de la ESO (14 años), uno que lleve al bachillerato, otro a la Formación Profesional y un tercero para quienes están ya deseando abandonar los estudios, será la que más opositores encuentre entre los logsistas pues choca frontalmente con el principio igualitario de la LOGSE. Ante el desbarajuste creado por la implantación de la ley socialista, los pedagogos partidarios de la “comprensividad” han esbozado su propia solución. Se llama “atención a la diversidad” y consiste, sencillamente, en meter dentro del aula a más de un profesor. De esta forma, dicen, uno de los profesores podrá atender a los alumnos más lentos y el otro se podrá ocupar de aquellos que aprenden con mayor rapidez evitando la humillación que puede suponer el asistir a clases diferentes. En realidad, lo que sucede es que la izquierda quiere seguir adelante con su experiencia de escuela “equitativa”. Quiere que todos los ciudadanos tengan la misma titulación, quiere un paisanaje uniforme y fácilmente manejable. La originalidad y la inteligencia le molesta profundamente.
La caja de los truenos ya se ha destapado, el gobierno deberá cargarse de razón, mantenerse firme y no gastar demasiada energía echando en cara al PSOE su irresponsabilidad. La mayor irresponsabilidad política del PSOE fue precisamente la promulgación de la LOGSE.
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