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Alicia Delibes

Sobre la Ley de Calidad

Con el comienza un nuevo curso escolar empiezan una vez más las discusiones sobre la Ley de Calidad que el ministerio de Pilar del Castillo ha elaborado durante los dos años de la segunda legislatura de José María Aznar. El PSOE ya ha anunciado que hará todo lo posible por boicotear este proyecto de reforma al que, como al propio presidente del gobierno, califica de anticuado, antisocial y autoritario.

Aunque el argumento de los socialistas es que la ley no ha previsto el gasto que exige su implantación, lo que realmente los partidos de la izquierda no están dispuestos a admitir que se modifique la LOGSE en lo que consideran esencial: su “comprehensividad”. Dice el PSOE que las reformas previstas en la nueva Ley son “segregadoras”, que “estigmatizarán a cierto alumnado” y que en vez de traer calidad al sistema de enseñanza lo que harán es clasificar a los alumnos en listos y tontos.

Las nuevas disposiciones que hieren más los sentimientos de los fanáticos del igualitarismo son aquellas que hacen referencia a la introducción de diferentes itinerarios, a la iniciación profesional o a la integración de los inmigrantes. La ley de Calidad establece que en el último año de la ESO existan tres ramas o itinerarios diferentes, uno orientado hacia la Formación Profesional, otro hacia un bachillerato científico y, un tercero, hacia un bachillerato humanístico o de letras. El alumno podrá elegir el camino que quiera sin que por ello se vea obligado el año siguiente a continuar fiel a su elección. Todos obtendrán la misma titulación y por tanto tendrán las mismas oportunidades de matricularse después dónde les venga en gana.

Por otra parte, para resolver eso que se llama fracaso escolar, y que se refiere a ese 25 o 30 por ciento que no consigue el certificado de Enseñanza Secundaria Obligatoria, la proyectada ley prevé sustituir lo que en la LOGSE se llamaba Garantía Social por un curso de iniciación profesional. La Garantía Social es el siniestro nombre con el que la LOGSE designa a unos grupos especiales de alumnos que ya han repetido varias veces, que no aprueban 3º de ESO y que no son capaces de terminar la secundaria obligatoria. Pues bien, una, a mi modo de ver de las mejores, disposiciones de la nueva ley es instaurar en vez de esta Garantía Social un curso de enseñanza profesional que permita a quien lo apruebe obtener certificado de Enseñanza Secundaria Obligatoria.

Por último, tampoco gusta a los igualitaristas los planes previstos para facilitar la integración de los inmigrantes. Según la Ley de Calidad habrá programas especiales de adaptación y de aprendizaje. Esta idea de dar clases especiales a los niños que, o porque no conocen la lengua o porque no han estudiado antes, no puede seguir el ritmo de nuestros escolares, parece ser que no casa bien con la retorcida pedagogía moderna que anda en busca soluciones complicadísimas para compaginar sus deseos de escuela equitativa y multicultural con la integración de los niños inmigrantes

Se puede criticar, y con razón, que la Ley de Calidad no tenga acompañamiento económico, puesto que no lo tiene y su aplicación costará dinero. Se puede criticar que favorezca a la enseñanza “concertada”, que no es lo mismo que la privada, puesto que contempla la gratuidad de la enseñanza infantil en colegios que tienen conciertos con el Estado, y se puede criticar, en fin, que haya cedido a las presiones de la iglesia, puesto que la religión tendrá la misma importancia que cualquier otra asignatura. Pero lo que no se puede negar es que esas medidas tildadas de “segregadoras” de la nueva ley responden al deseo de cualquier ciudadano que, a la hora de juzgar, utilice su sentido común en vez de dejarse engañar por esa doctrina tramposa y absurda que es el igualitaritarismo intelectual.

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