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Alicia Delibes

Viudas sin derecho a la vida

Llegan noticias terribles de la India, donde el pasado martes, en un pequeño poblado llamado Tamoli Patna, siguiendo una vieja tradición de la religión hindú, se ha quemado viva a una mujer en la pira funeraria de su marido. Lo más asombroso es que la policía, unos 40 agentes que según France Press fueron enviados al lugar, se declaró incapaz de salvar a la desdichada que lanzaba gritos de auxilio mientras era presa de las llamas. Ellos adujeron que nada podían hacer contra las piedras que les habían lanzado desde el grupo de los 1.000 asistentes que contemplaban impasibles la escena, razones que tienen cierto tono de simple excusa.

Según cuenta la prensa, este bárbaro rito hindú que obliga a la mujer a perecer junto a su marido había sido prohibido en 1829 cuando la India era colonia británica y no se había conocido ningún nuevo caso hasta que en 1987 una joven de 18 años fue obligada por sus suegros a sentarse sobre la pira de su esposo vestida de novia. Este caso obligó entonces a las autoridades a tomar medidas contra la práctica de esta antigua costumbre salvaje que ahora tiene aspecto de estar extendiéndose peligrosamente por muchas aldeas de la India.

Según el diario El Mundo, que informaba el jueves ampliamente sobre este asunto, Amnistía Internacional no había tenido noticia de este crimen, cometido en nombre de una “cultura” y una religión ancestral. Sería bueno que en estos tiempos, en los que la progresista Europa tanto se preocupa por la “interculturalidad” y por el respeto de todas las “civilizaciones” minoritarias a las que considera oprimidas por Occidente, Amnistía Internacional hiciera una denuncia explícita de todas aquellas religiones o culturas que, ya no es que desprecien totalmente a la mujer, sino que mantienen entre sus ritos el ofrecimiento, a no se sabe qué dioses, de sacrificios humanos.

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