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Alicia Delibes

¿Volverán las reválidas?

Pilar del Castillo proyecta su Ley de Calidad, calidad en la enseñanza, que irremediablemente chocará, por un lado, con el precepto socialista de impartir la misma enseñanza secundaria a todos los individuos sin atender a sus diferentes capacidades intelectuales ni intereses académicos y, por otro, con el precepto progresista de no poner jamás a un alumno ante una situación que pueda resultarle estresante.

Contra el primer precepto atentan sus proyectados itinerarios y contra el segundo la noticia que acaba de saltar en la prensa, la posible reválida del final del bachillerato. Una de las mayores innovaciones de la LOGSE ha sido la creación de una Formación Profesional de grado superior, de dos a tres años de duración, y que capacita para ejercer diferentes profesiones que no requieren estudios universitarios. Una idea en principio buena y que ha tenido un enorme aceptación social.

Pero, quizás, la razón principal para tan buena aceptación sea que se accede directamente al terminar el bachillerato sin necesidad de aprobar la selectividad. Esta situación, tan del gusto de nuestros jóvenes estudiantes, nos pone ante uno de los sistemas educativos más demagógicos del mundo, bachilleres que después de 15 años de escolarización no saben lo que es un examen oficial.

No se puede hablar de calidad si se prescinde del control de la misma. Unos exámenes razonables que permitan averiguar el grado de aprovechamiento de los estudios realizados son la forma más justa, más segura y más racional de evaluar la calidad del sistema educativo.

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