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Álvaro Bardón

¿Ministerio de Trabajo o de Ocio?

No se entiende por qué las leyes de protección al trabajador llevan décadas fallando y sufriendo posteriores correcciones. ¿Habrán sido siempre mal redactadas porque los políticos están vendidos a los explotadores?

Los chilenos desocupados deben ser unos 800.000. Ahora, si uno ve la participación del trabajo respecto a la población, en Chile es diez o más puntos menos que en cualquier país normal. Se puede decir, entonces, que hay unos dos millones sin trabajo que debieran trabajar. Ese es el verdadero "problema social".

Los políticos propondrían crear de inmediato un Ministerio del Trabajo, con un millón de inspectores. Pero, compañero, si ya hay uno y lo que pasa es que, cuanto más se mete, más aumenta la inactividad de los chilenos. Lo que tenemos en realidad es un Ministerio del Ocio y el Vagabundeo, que persigue al que contrata y encarece la mano de obra de tal forma que los emprendedores, sobre todo pequeños, evitan al máximo emplear trabajadores, usando tecnologías intensivas en capital o desistiendo de pequeños proyectos con costos laborales altos. Los ministros de Trabajo no se dan cuenta de esto o hacen como que no lo notan, y como es básicamente un problema para los empresarios pequeños, los grandes no dicen nada y hasta aplauden.

Si el Ministerio del Ocio cerrara y las leyes represivas que encarecen el trabajo se eliminaran, el país tendería al pleno empleo, con unos dos millones de chilenos más trabajando. Si, además, no se molestara con permisos, prohibiciones e inspectores a los pequeños emprendedores, mejoraría tanto el crecimiento como la distribución del ingreso. Esta es "mala", no por los elegantes cuentos ligados al cruel mercado que nos repiten políticos, economistas y sociólogos, sino porque ministerios como el del ocio, municipios y demás estatales impiden trabajar, crear y emprender.

Hay que dejar de considerar a los trabajadores como incapaces y devolverles su derecho a contratar libremente sus servicios, según su condición, salud, invalidez relativa, juventud, religión, sexo, preferencia por el ocio, etcétera. Y, claro, como en los estados de Derecho si alguien incumple un contrato, se lo sanciona y él paga.

No se entiende por qué las leyes de protección al trabajador llevan décadas fallando y sufriendo posteriores correcciones. ¿Habrán sido siempre mal redactadas porque los políticos están vendidos a los explotadores? ¿O es que se trata de justificar la arbitrariedad y ociosidad del Ministerio del Desempleo y sus inspectores en permanente aumento? ¿Cómo es que los patrones son cada vez más perversos y los empleados más tontos?

La verdad histórica es que los sueldos siempre aumentan con el crecimiento y la productividad. Quizás hace 100 años se podía hablar de explotación, pero, ¿por qué motivo subían los salarios sistemáticamente y por qué cada vez más gente dejaba de pasar hambre en el campo y se mudaba a las ciudades para trabajar en industrias "explotadoras" de los miserables obreros?

Lo natural y lo que muestra la evidencia es que los mercados libres tienden al equilibrio, a vaciarse, a que las ofertas y las demandas se igualen a un precio. ¡Sí, todos los mercados, incluido el de trabajo!

Y esto ocurre aunque los patrones sean chupasangres, explotadores, pulpos y ladrones. La mejor protección para el trabajador es el pleno empleo, de tal forma que si tiene problemas con un patrón se puede cambiar de trabajo con fluidez, como se observa en los países con flexibilidad y libertad laborales.

Que esto no suceda es culpa del ministerio del ocio y de las leyes represivas de "protección", que en verdad son leyes de creación de desempleo, miseria y desigualdad. Esas leyes sólo protegen a burócratas, políticos demagogos y a los de la Central Unitaria de Trabajadores, a costa de la mayoría, incluyendo los dos millones de inactivos.

En Libre Mercado

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