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Amando de Miguel

A vueltas con mis Memorias

Me pide don Esteban que le recomiende más libros. Para entender la novela hay que leer las Memorias y desahogos. Ahí es donde se ve que la novela, aunque escrita en primera persona por una mujer, es realmente autobiográfica en muchos detalles.

Benedicto Rupérez Morón, jubilado, licenciado en Teología, en Derecho y en Psicología, se ha leído a fondo mis Memorias y desahogos. Ha gozado el hombre con la lectura y me llena de halagos. Se ha tomado la molestia de anotar 93 palabras que yo empleo y que le resultan raras. Algunas de ellas ni siquiera las ha encontrado en el diccionario de la RAE. Ha sido una sorpresa para mí. ¡Y yo que me creía un escritor a la pata la llana! Si empleo palabras que puedan parecer raras es porque las necesito para ser preciso. Algunas son inventadas, pero se colige fácilmente el invento. Puede que algunas no estén en el diccionario de la RAE, pero están en otros diccionarios y sobre todo en la vida. El escritor debe ser un poco pedagogo (pedagogo era el esclavo que ayudaba a los niños a hacer los deberes de la escuela). A mí me gustan los textos en los que aprendo palabras nuevas. Veamos algunos ejemplos de la cuidadosa lista de don Benedicto:

"Analgia" es una palabra inventada, pero se entiende perfectamente que es la ausencia de dolor. "Calvariar" no está en los diccionarios, pero creo que explico que la empleaba mucho mi madre para indicar el ajetreo cotidiano. Viene del Calvario de Jesucristo. Para mí es una palabra familiar muy corriente. En la página 137 digo "casilla del cura" cuando es "casulla", como sospecha bien don Benedicto. Los "chafarrinones" no se refieren a algo indigno sino a los trazos o manchas con los que se pintarrajean las paredes. Ahora decimos "grafitti". Lo de "comique" es otra palabra familiar, que también explico. De niño yo era "comique", esto es, inapetente o melindroso para las cosas de comer. "De cutio" (= de forma continua) es un regionalismo que recogen algunos diccionarios. El "dentrismo" es una traducción mía de "insiderism", que también es palabra inventada en inglés. "Doxólogo" es tanto como comunicador. También lo explico. El verbo "empuntiar" es un zamoranismo muy elegante; significa la acción de empujar a uno para que haga algo. "Enrabiscado" es asimismo una palabra familiar para mí; se comprende perfectamente. "Escolante" está en el diccionario de Hernández Alonso, en mi familia de origen era muy corriente esa voz. "Experticia" es un neologismo ya aceptado. Lo de "incivil" es un juego de palabras para describir la guerra de 1936. El verbo "tertuliar" se necesita. La "iatrofobia" se entiende perfectamente: el prefijo "iatro" o "yatro" quiere decir referido a los médicos. Lo de "idiocio" lo explico; es lo que hacemos aquí en esta seccioncilla: entretenernos con las palabras. "Nutriólogo" es el experto en nutrición. Hay otras muchas palabras que pueden tener alguna dificultad, pero se entienden y se necesitan. Copio algunas de la lista de don Benedicto: papiromanía, perigüelano (de mi pueblo, Pereruela, así nos llamamos), pasadible (para jugar con futurible), potísimo, prandial, prescriptoir, remejer, tabulómetro (de Tábula, la empresa donde hacíamos las encuestas), marujinas (unas hierbas comestibles), vividura (voz inventada no por mí sino por Ortega y Gasset), etc.

Esteban Martín Pérez reconoce que le ha "enganchado" la lectura de mi novela Historia de una mujer inquieta. La lectura de las últimas páginas le ha dado escalofríos. Es de lo que se trataba al escribirlas. Me pide don Esteban que le recomiende más libros. Para entender verdaderamente la novela hay que leer las Memorias y desahogos. Ahí es donde se ve que la novela, aunque escrita en primera persona por una mujer, es realmente autobiográfica en muchos detalles y experiencias. Claro, que para mí la mejor novela es la que estoy terminando de corregir. Como sabe don Esteban, esa novela se refiere a los ángeles. Es una forma de explicar el amor y la espiritualidad. Se ve que empiezo a dar la última vuelta del camino. Antes de ello, espero terminar la postrera narración sobre el significado de la vida y de la muerte. Afuera parte (como dice Carlos Herrera) seguiré con la política y las palabras, si Dios me da salud.

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