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Amando de Miguel

Adiós a las bolsas de plástico

Se impone más bien una política común que sea aceptada por fabricantes, comerciantes y consumidores, que al final somos todos

Lo hemos visto mil veces en las películas norteamericanas. El personaje sale de la tienda llevando la compra en una hermosa bolsa de papel de estraza, la famosa "bolsa Stilwell". En España, como somos más "modernos", la imagen correspondiente es la de una bolsa de plástico. Ahora sabemos que el plástico no es degradable (no hace falta decir "biodegradable"), es decir, al arrojarlo a la basura no se convierte en abono. Los millones de bolsas y envases de plástico que se desechan todos los días acaban en los vertederos de basura, en los estómagos de algunos animales. Más dramática es la imagen repetida de los mares, ríos y lagos rebosantes de restos de material plástico. También se introducen en los peces, que luego nos los comemos.

Poco a poco vamos viendo en España que se nos aconseja evitar las bolsas de plástico. Volveremos a la cesta de la compra de modo literal. En algunos comercios se sustituye la bolsa de plástico por otra de papel, pero el movimiento es todavía muy tímido. Seguimos inundados de plástico por todas partes. No se puede seguir hablando de "sociedad tecnológica" mientras no se descubra y se generalice un material de envase que sea barato y degradable. De momento, el más asequible es el papel de estraza. Comprendo que, de generalizarse, exigiría una fabulosa inversión de fábricas de celulosa, que, a su vez contaminan. Además, en España no se produce la celulosa necesaria para tal operación. No soy un técnico. Planteo el problema, no la solución.

Un recurso provisional es que el consumidor pague un precio adicional si la tienda le provee de bolsas de plástico. Es en lo que estamos ahora. El asunto no queda resuelto. No solo eso. Cada día compramos más productos "en línea", lo que significa un gigantesco transporte de paquetería. Se entiende que las empresas de logística (sería mejor llamarlas de "metáfora") recurran a los envases de plástico en sus diversas formas. Es lo que mejor aísla y protege los productos. Ahí es donde se tendría que pasar masivamente al cartón degradable. No sé si son sensibles tales empresas a la nueva necesidad de no contaminar más el ambiente (no hay que decir "medio ambiente"). Ahora se ha impuesto la moda de envolver una simple carta en un sobre de plástico. Quizá convenga recordar que los sobres de papel no se generalizaron hasta mediados del siglo XIX.

No hace falta ser ecologistas para ser un poco más sensibles a la necesidad de cuidar el ambiente. No es una cuestión de ideologías sino de sentido común, de higiene. Tampoco se trata de decisiones individuales. Se impone más bien una política común que sea aceptada por fabricantes, comerciantes y consumidores, que al final somos todos. La solución debe empezar por los científicos y técnicos, obligados ahora a descubrir nuevos materiales de envase que sean degradables. De momento, la materia prima disponible es la celulosa, a partir de la madera. Quizá haya que plantar muchos más árboles para ese menester. Ignoro cómo se puede llevar a cabo una tarea tan colosal. Luego resulta que los eucaliptos en masa resultan propicios a los incendios forestales, que esa es otra plaga. Hará falta que se diseñen plantas de celulosa que no resulten tan contaminantes como las actuales. Como puede verse, el asunto del progreso no es nada fácil. Después de todo, la entropía es la ley del desarrollo de la vida. Es decir, al final lo que aumenta es la basura. La salida inteligente es lo que ya hacían nuestros antepasados, que aprovechaban la basura como abono. Es lo que llamamos ahora "compostaje", una nueva operación que pueden llevar a cabo muchas viviendas exentas.

Lo que está claro es que el paisaje urbano del futuro inmediato no puede ser de plástico no degradable. Algo habrá que inventar. Todavía no nos hallamos en una era tecnológica que merezca tan encomiástico adjetivo. Somos demasiado primitivos, aunque presumamos de civilizados. De poco sirve la reforma léxica. El lugar más sucio del municipio se denomina "punto limpio", donde se tramita la "gestión de residuos". Así no vamos a ninguna parte. El ambiente no se cuida más pintando todo de verde.

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