¡Qué difícil es acordar el sentido de las palabras! En las discusiones cotidianas resulta peliagudo llegar a un acuerdo simplemente porque las palabras significan cosas distintas para los interlocutores. Lo que es fuente de literatura lo es también de conflictos. Proceden algunas ilustraciones.
J.R.Iturri me critica el uso que hago de la expresión "opinión disidente". La considera de origen anglosajón para sustituir la expresión castiza de "voto particular" o de "opinión contrastada". Bueno, es cuestión de gustos. Entiendo que "opinión disidente" se entiende bien. No hace falta votar para "disidir". Es un verbo antiguo que ya no se emplea; se prefiere "disentir". No creo que la disidencia sea un término anglosajón. Además, aunque lo fuera, la cosa no tendría mayor importancia. El verbo latino "dissidere" equivale a no estar conforme o ser de otra opinión. El "dissidens" en latín es el que se separa de la doctrina común. Por ejemplo, yo me siento un disidente en muchas opiniones, posición nada cómoda pero estimulante y hasta divertida a veces.
Manuel González Turrión me pregunta si es verdad que Tierno Galván habló al Papa en latín. Supongo que es verdad. Me consta que Tierno y Fraga hablaban entre ellos a veces en latín más que nada para solazarse. La verdad es que, aunque Tierno tradujo algunos libros del francés, el inglés o el alemán, las únicas lenguas no españolas que conocía eran el latín y el portugués. Se sabe que las traducciones que le encargaba el Instituto de Estudios Políticos las hacía su mujer. Por cierto, mi amigo Santiago Amón sostenía la versión de que don Enrique era realmente un antiguo fraile portugués.
José Luis Mallagaray Arámburu me dice que en vascuence también existe la distinción entre ser y estar. Se pregunta si el beréber o en armenio también acogen esa distinción. La pregunta va para Jesús García Castrillo. Añado que sería una buena prueba de su arriesgada teoría. Sería interesante trazar un mapa de las lenguas que realizan la distinción indicada, tan sutil como innecesaria.
Gabriel Ter Sakarian me comenta que no entendí bien su argumento de que el relato que hacía José María Escuder era una parábola y no una metáfora, "porque hoy en día los horteras llaman así a cualquier imagen". Rectifico con gusto, pero creo que lo de parábola lo puse yo. Ahora dudo de si hice bien.
Emilio Álvarez Frías se queja del frecuente uso de la expresión "a día de hoy", una mala traducción del francés "aujourd´hui". Le doy la razón. El cansino "a día de hoy" no es más que un recurso para ganar tiempo en el discurso.
Ignacio Frías se refiere a mi comentario sobre la distinción natural del apellido Espinosa de los Monteros que acompaña al nombre del Alto Comisionado para la Marca España. Por lo visto me quedé corto. Pues nuestro hombre se llama Carlos Espinosa de los Monteros Bernaldo de Quirós Herreros de Tejada Alcalá-Galiano Sagaseta de Ilurdoz. Encima es marqués de Valltierra. Más a mi favor. Y eso sin atender al currículum profesional que ostenta, verdaderamente apabullante.
Jesús Lainz comenta que acaba de compartir tertulia televisiva con un representante del Partido Andalucista. Ese buen hombre "sostenía que Andalucía es una nación por su acento, gastronomía, folclore y sobre todo por haber sido independiente de Castilla durante la Edad Media, lo que se refleja en el color verde omeya de la bandera autonómica". Creo que la sarta de disparates del andalucista se comenta por sí sola.
Hablando de disparates. Confieso mi error cuando escribí "ni qué decir tiene" cuando debía haber puesto "ni que decir tiene".