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Amando de Miguel

Chapapote

Sin duda, la contribución léxica más sobresaliente del año 2002 ha sido la de “chapapote”. Es una palabra caribeña con la que se ha designado siempre al alquitrán o compuestos análogos. De América la trajeron los marineros y los indianos gallegos. Durante mucho tiempo fue un galleguismo en España. A partir del desastre del Prestige (vaya nombrecito), el término se ha incorporado a la cultura léxica de todos los españoles. En la costa cantábrica admite algunas variantes, pero el chapapote es el término más aceptado. Tiene la ventaja de que resulta onomatopéyico (chapotear, charco, chaparrón). La desinencia –ote nos acerca claramente a las lenguas centroamericanas. En español suele tener un sentido risible, como el argentinismo “despelote”. Una vez más, no hay mal que por bien no venga. El desprestigio del Prestige nos ha traído un enriquecimiento del léxico.

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