Siempre me ha parecido un poco falso ese tuteo amistoso entre periodistas y políticos. A ambos les interesa hacer ver que dominan entre ellos las relaciones de camaradería e incluso alegre francachela. De esa forma, la necesaria crítica se hace muy difícil. A ese tipo de relación, forzadamente amistosa, se la denomina ahora “complicidad”. Lo malo es que la acepción más sólida de ese término es la de asociación para cometer un delito. El otro día, la candidata a la alcaldía de Madrid se refirió a que iba a estrechar los lazos de complicidad con los periodistas. En buena lógica, eso sería tanto como la intención de corromperlos, sobornarlos. Ya sé que esa no es la intención de la sonriente candidata, pero la duda queda. Si es solo la alegre camaradería con los periodistas, tampoco me entusiasma a mí la buena moza. ¿Y si probara a tener una relación con los periodistas que fuera darles una información completa y veraz?
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