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Amando de Miguel

Conversaciones de cafetería

Pueden ser conversaciones de cafetería, de tren, de cualquier otro local público. Siento reconocer que se me pega el oído ante esa circunstancia. A mis compatriotas no parece preocuparles mucho esa actitud de escucha. Es más, conversan animadamente, con el tono más alto posible, más aún si los interlocutores son varios. Se podrían escribir novelas enteras con esas tertulias espontáneas e intrascendentes. Realmente, El Jarama debió de escribirse así. La diferencia es que el mismo método se emplea ahora para hablar de negocios o de verdaderas intimidades. No hay freno para el exhibicionismo verbal. El lado positivo es que la costumbre forma parte de la simpatía española. Lo negativo está en la falta de pudor, en la escasa sensibilidad por la posible molestia del prójimo.

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