Mis ideas y sentimientos políticos deben mucho a las continuas opiniones que aquí manifiestan mis corresponsales políticos. Les interesa mucho la cuestión del idioma pero más todavía las polémicas políticas de actualidad. Solo tengo espacio para reflejar algunas trazas.
José María Navia-Osorio reitera su tesis de que el llamado "Estado de las autonomías" nos lleva a la ruina. Por lo menos eso es así por lo que respecta a la sanidad, asunto que el de Oviedo conoce a la perfección. Su idea es que la transferencia de la sanidad a la región asturiana ha salido muy cara y no ha mejorado el servicio. Otros despilfarros que anota el de Oviedo: las prejubilaciones en las fusiones de las Cajas de Ahorros, el "impuesto verde" a las empresas eléctricas o telefónicas. Yo añadiría muchas más ilustraciones. No ya el Estado de las autonomías (donosa expresión); el Estado sin más es una epidemia de subvenciones y derroches que no tiene remedio.
Don José María corrobora mi impresión de que el Gobierno podría echar mano de la inteligencia de algunos notables economistas, como Juan Velarde, Juan Iranzo, Carlos Rodríguez Braun. Yo añadiría Fernando Fernández, Pedro Schwartz, Francisco Cabrillo y tantos otros. El de Oviedo destaca la sabiduría y el buen sentido de su paisano Velarde. El cual dijo en 1992 que España se podía permitir la tontería de las Olimpiadas de Barcelona o de la Exposición de Sevilla pero no las dos tonterías a la vez. Añado que ahora son muchas más las tonterías que tenemos que pagar los esquilmados contribuyentes.
Don José María continúa con su sana visión crítica e independiente: "El PP y el PSOE no se atreven a hablar de la unidad de España para no molestar a los nacionalistas, de los que dependen para gobernar". Así es. No ya la unidad de España; a veces ni siquiera se atreven a hablar de España, por raro que pueda parecer.
Jesús Laínz es todavía más radical respecto al Estado de las autonomías. Para el aguerrido montañés el modelo de Estado que nos dio la Constitución de 1978 se halla por completo desmantelado. Otras atroces peculiaridades son la persistencia del terrorismo secesionista y la decadencia del espíritu de nación. En definitiva, para don Jesús es pura ilusión la creencia de que nos hallamos en una democracia madura o consolidada. Habrá que esperar a leer el próximo libro del aguerrido montañés. Bueno, yo ya lo tengo leído; la veteranía es un grado.
Agustín Fuentes me informa de la paradoja de ese país emergente que es Brasil. El joven Fabio Luis Lula da Silva, hijo del anterior Presidente, era un modesto empleado del Zoo de Sao Paulo. El mozo se acaba de comprar una mansión por 24 millones de dólares. Es una ilustración más de nuestro mundo corrupto, incluso del considerado como progresista.