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Amando de Miguel

Cuestiones personales de cierto interés general

La ignorancia no es razón para dejar de escribir. Lo fundamental para ponerse a escribir es el ánimo de aprender, tener algo que decir y encima encontrar satisfacción en la escritura.

Pere Campos me espeta: "Sigue [usted] empeñado en escribir sobre el lenguaje a pesar de su ignorancia sobre el tema". ¿Por qué "el tema"? No hace falta decir que no soy lingüista, aunque sí una miaja filólogo, por lo de "amigo de las palabras". Sigo empeñado en escribir sobre la lengua (más que sobre el lenguaje) y más propiciamente sobre el habla. Tanto es así que acabo de terminar de escribir un libro, en colaboración con Francisco Marcos-Marín sobre el habla de los españoles (ha sido esponsorizado por la Fundación Rafael del Pino). Reconozco que esto del habla de los compatriotas es algo que me fascina, es casi una tema, como la de algunos locos. También he escrito un libro sobre la alimentación (Gustos y sabores), y no soy bromatólogo ni cocinero. Asimismo he publicado algunas novelas, y no soy propiamente un novelista. He escrito miles de artículos sobre cuestiones económicas, y no soy economista. He emborronado muchas páginas sobre religión y no soy clérigo; ni siquiera un alma piadosa. El otro día me encontré en la Facultad con un colega que me aconsejó: "Lo que tienes que hacer es escribir solo sobre lengua y no sobre otras cosas." Empieza a ser preocupante lo de que debo escribir sobre esto o lo otro. La ignorancia no es razón para dejar de escribir. Lo fundamental para ponerse a escribir es el ánimo de aprender, tener algo que decir y encima encontrar satisfacción en la escritura.

Uno de los argumentos de don Pere para su reproche es que yo no sé utilizar el verbo "razonar". Permítame una ligera defensa ante tan fútil ataque. Cierto es que razonar, en el DRAE, es un verbo con poca fuerza. Viene a equivaler al uso del intelecto para discurrir, convencer o probar algo. Me parece un uso demasiado restringido. Prefiero ampliarlo a la significación de "argumentar" que proporciona el Diccionario de Seco y que implica un interlocutor. Ojalá nos atuviéramos los castellanoparlantes a aceptar el catalanismo de enraonar como "pasar el rato conversando", platicando, que dicen los mexicanos. Aunque enraonar es también utilizar la conversación para hacer observaciones. Por ahí va el uso que yo le doy tantas veces a razonar: observar algo que se comunica al interlocutor. Si no está en el DRAE, está en el mundo.

Daniel Gutiérrez Martínez (Valladolid, experto en ferrocarriles) se queja de que no he interpretado bien sus palabras. Pido perdón. Habrá sido por desconocimiento mío, no por mala intención. Vamos a ver si ahora resumo bien la posición de don Daniel. Resulta que la decisión del ancho de vía para la red principal de los trenes españoles la tomaron los ingenieros españoles. Se basaron en la creencia de que la orografía española iba a demandar locomotoras más grandes. Para don Daniel fue una decisión equivocada que ha provocado muchos costes. Por otro lado redarguye don Daniel que los ferrocarriles de vía estrecha han funcionado muy bien en España, y, para trayectos largos, aunque principalmente para mercancías. Aun así, sigo creyendo que el diseño de los primeros ferrocarriles fue más bien cosa de los ingleses, como los pantalanes para la exportación de mineral y tantas otras innovaciones técnicas. Reconozco que esta seccionilla tiene el riesgo de que me veo obligado a opinar de cuestiones que son ajenas a mi especialidad, pero ahí está la gracia. Por otra parte, a estas alturas empiezo a no tener claro cuál pueda ser mi especialidad.

Benjamín Bardioles Fraga cuenta que el otro día creyó verme en la estación de Villalba (Madrid), pero no se atrevió a saludarme porque estaba seguro de que yo estaba todavía en Tejas. Así pues, pensó que el otro no era yo, sino mi sosias. Pues no, ya estoy aquí de vuelta. Así que es muy probable que estuviera yo esperando un tren de la estación de mi pueblo. Hago uso todos los días de trenes y autobuses. Me he encontrado con libertarios, no ya en Villalba, en Madrid o en otras partes de España, sino en distintas ciudades de los Estados Unidos y de Alemania. Es una alegría poner cara a los corresponsales en los más diversos lugares.

Alejandro Castellanos García es un asiduo lector de esta pantalla y se deleita mucho con las quisicosas que aquí comentamos. "Tan solo un reproche: la inusitada frecuencia de sus artículos quizá me haga perder demasiado tiempo en el estudio de mis oposiciones". Vaya por Dios. No es mi intención hacer perder el tiempo a nadie. Reconozco que yo dedico un esfuerzo desmesurado a leer los muchos correos que me llegan todos los días y luego a contestarlos, pero entiendo que no es tiempo perdido sino ganado.

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