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Amando de Miguel

Cui prodest?

La pregunta clave de los jueces sagaces ─desde Salomón a Sancho Panza─ es cui prodest?, esto es, “¿a quién beneficia?”. Es la mejor manera de interpretar las conductas raras, en el caso extremo las que llevan a la comisión de un delito.

Pues bien, llevo observado que varios comentaristas, muy cultos ellos, insisten en decir o escribir quid prodest?, algo así como “¿qué beneficia?”. La nueva expresión tiene poco sentido. El beneficio suele estar claro en los casos litigiosos. Lo difícil y determinante es averiguar quién se beneficia. No por ponerlo en latín se aclara el enigma, pero, si recurrimos a la fuente romana, es porque pesa mucho la autoridad de los antiguos. Por esa razón no está bien que nos inventemos nuevos latines. Entia non sunt multiplicanda praeter necessitatem. Es decir, no hay que hacer más inventos que los necesarios. El famoso consejo es de Guillermo de Ocam (o mejor, Ocham). Se considera que ese principio es la madre de la ciencia, también del arte de escribir.


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