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Amando de Miguel

De las revoluciones de las órbitas celestiales

Así se tituló el famoso libro de Copérnico. La revolución a la que se refiere era “el movimiento de una esfera celeste, dando la vuelta entera”. Así se define en el Diccionario de Autoridades de 1737. Aplicado a la Tierra, esa trayectoria (que era circular para Copérnico) se dividía en 12 partes iguales, los signos del Zodiaco. Cada parte equivalía a 30 grados, pues la circunferencia tenía (y tiene, claro está) 360 grados. Así pues, una revolución completa, para volver al mismo sitio, equivale a 360 grados. Cuando se quiere decir que una cambia hacia un rumbo opuesto, la expresión correcta es “dar un giro de 180 grados”. Si se dice “360 grados”, la expresión es una tontería. Hay ejemplos de ese disparate. Pero nada como una entrevista que le hacen a Carmen Sevilla en el Magazine de El Mundo (10-III-02). La mujer se ha comprado una finca para criar ovejas, lo que representa un rumbo bien distinto del mundo del cine y de la televisión. No sabe cómo describir el cambio tan radical de su vida. Lo dice a su manera: Ha sido “un cambio de 380 grados”. No creo que sea una errata.

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