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Amando de Miguel

Digresión sobre la cultura

La excursión que hace el de Mallorca a los textos de Ortega le sirve para poner de vuelta y media a los tertulianos de la radio o de la tele: “Los ignorantes totales que se consideran sabios y como tales pontifican de todo lo divino y lo humano”.

El ínclito Hug Banyeres vuelve por su fueros con su tesis de que cultura es lo que se ha aprendido, incluso el poso que queda de lo que se ha aprendido. No estoy de acuerdo. Para mí la cultura (aparte del sentido antropológico de civilización) no es un resultado, sino una disposición. Una persona culta es la que viaja y lee; ahora habría que añadir la que navega por la internet. En otros tiempos, esos viajes o lecturas se hacían por la familiaridad con las civilizaciones clásicas a través del hebreo, el griego o el latín. Hoy se trata de comprender nuestra misma civilización o las otras que hay por el mundo. Estamos, pues, ante las Humanidades modernas, que suponen también una cierta familiaridad con la Ciencia. Repito, no es cuestión de saber, de acumular conocimientos, sino de la curiosidad que merece lo valioso de la Historia humana. Por eso, la facultad característica de la persona culta es la curiosidad: tratar de averiguar lo que resulta valioso, incluso la parte que no le compete por su especialidad profesional.

"Cultura" viene de colere (= cultivar la tierra). De ahí se deriva también "colono" o "colonizar". Es fácil comprender el salto lógico que se da al cultivar el espíritu, el sentido artístico. Hay no solo curiosidad, sino esfuerzo. Desgraciadamente, ahora se impone la noción de cultura como espectáculo, artes escénicas. Repásese la sección de Cultura de los periódicos. Casi todo lo que nos cuentan se refiere al cine, la canción, el teatro y otras artes de la representación. Los "autores" de la tristemente famosa SGAE eran los que ponían sus obras sobre un escenario. Incluso los museos están cayendo en esa tendencia. Ahora se distinguen por organizar exposiciones, puestas en escena, instalaciones. Todo se dirige a un público que asiste al museo como si fuera un escenario. Me parece una reducción muy pobre de la cultura.

José Antonio Martínez Pons se apoya en la crítica que hace Ortega y Gasset de la cultura al excluir de ella el "bárbaro especialista". Es el que sabe mucho de pocas cosas. Creo que es una visión poco feliz de Ortega. La realidad nos dice que muchas veces los "especialistas" saben también muchas cosas que no son de su especialidad. El ejemplo clásico es el de Einstein, que podía haberse ganado muy bien la vida como violinista en una orquesta. La excursión que hace el de Mallorca a los textos de Ortega le sirve para poner de vuelta y media a los tertulianos de la radio o de la tele: "Los ignorantes totales que se consideran sabios y como tales pontifican de todo lo divino y lo humano". Hombre, hay de todo. Conozco a tertulianos que son realmente cultiparlistas y otros verdaderamente cultos, es decir, leídos y viajados. Los cultiparlistas suelen ser de izquierdas, en contra del estereotipo que asocia la izquierda con la cultura. Cada vez tengo más claro que esto de ser de izquierdas o de derechas es una cuestión de estilo, más que de ideología. Pueden comprobar mi hipótesis si asisten con curiosidad a la representación de algunas tertulias de la radio o la tele. Naturalmente, en ese formato de artes escénicas no hay lugar para calibrar los conocimientos de unos y otros "actores", pero sí quedará claro su estilo. Es algo que se manifiesta, incluso, en el lenguaje corporal.

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